27, Julio, 3016
SALA DE INTERROGACIÓN.
Inicio de exploración mental Emma
Miller
Oficial a cargo: Eva Reed.
Los ojos de
Emma se abrieron lentamente por el dolor que sentía en su cabeza. Pudo ver que
se encontraba en una amplia sala, iluminada y tan limpia que no pudo evitar
quedarse mirando cada detalle. Jamás había estado en un lugar tan blanco y
pulcro.
—Buenas
noches, señorita Miller.
Emma miró desde
dónde provenía esa voz y pudo ver que era el joven que la había apuntado con un
arma. Él seguía vistiendo con aquel overol negro, el estampado de la EBE estaba
en su pecho.
— ¿Dónde
demonios estoy?
—Bienvenida
a una de las instalaciones de la EBE.
Ella se sentó
en un solo movimiento, atenta a atacar si era necesario. No sabía cómo
defenderse, esa era la realidad, jamás tuvo lecciones, pero si tenía que
hacerlo para evitar que ese hombre acabara con ella, haría todo lo posible.
—No es
necesario que se altere, no tenemos intención de hacerle daño.
Él levantó
sus manos, dirigiendo sus palmas hacia ella.
—Soy el
teniente Jasper Stone.
Era un
joven de tez oscura, no debía tener más de treinta años y por lo que Emma
observaba no era alguien que tuviera demasiadas expresiones. Llevaba el cabello
negro con un corte militar.
— ¿Y puedo
irme de aquí cuando guste?
—Claro que
no, ahora usted es parte de nuestras tropas. Estábamos buscándola desde hace
mucho tiempo.
Emma no
soportó estar sentada, por lo que se puso de pie y decidió que iba a salir de
aquel lugar a costa de todo. No le importaba tener que carbonizar a quien fuera
para que eso sucediera.
—No se
asuste, estamos aquí para ayudarla.
—Si claro,
exactamente como lo hicieron con mi hermano.
—Aquello se
salió de control, solo queríamos ayudarlo con sus habilidades, aun lamentamos
su perdida.
Aquellas palabras
fueron como si le dieran un golpe en el rostro. Sus piernas comenzaron a perder
fuerza y cayó de rodillas sobre el suelo.
Desde un
comienzo Emma se había adherido a la esperanza de que lo volvería a encontrar,
que estaba por algún lado o que luego de un tiempo la EBE se había encargado de
tenerlo entre sus tropas. Sin embargo, ahora este hombre que la miraba
inexpresivamente, le informaba que su hermano había muerto.
Emma estaba
sola.
—Por la
información que hemos recopilado, usted aún no está enterada ni maneja del todo
bien sus habilidades. El objetivo de traerla acá es que usted pueda tener una
preparación que se adecue a su persona.
Ella no lo
escuchaba, no comprendía nada de lo que decía el Teniente, solo tenía en su
mente las palabras que confinaban la muerte Vicente.
—El
objetivo es que usted se mantenga en estos establecimientos durante un año para
sacar el máximo provecho a sus dones.
El teniente
Stone no era nada bueno con las relaciones interpersonales, por lo que se quedó
en silencio mientras observaba que Emma lloraba desconsoladamente. No era capaz
de comprender lo que sucedía con ella, ya que le parecía obvio que ella ya
hubiese pasado por ese periodo de luto.
—La dejaré
un momento a solas, hasta que se calme.
Emma
levantó la mirada, sus ojos estaban rojos por el llanto desconsolador.
—No, yo no
me quedaré en este lugar.
Se puso de
pie, sintiendo como la ira recorría su cuerpo. Sin pensarlo levanto ambas manos
para acabar con el teniente que estaba ante ella, mirándola como si solo fuera
una niña.
—No es
recomendable realizar ninguno tipo de descarga en este lugar, será inútil.
Ella no lo
escucho, simplemente dejo que las descargas de electricidad salieran de sus
manos, pero nada sucedió. Volvió a intentarlo, pero la situación era la misma.
— ¿Qué…
sucede? —dijo mirando sus manos.
—Lo siento
mucho, pero yo tengo la habilidad de inhabilitar los poderes de otras personas.
Mientras yo crea que es adecuado, usted volverá a tener sus dones ¿sí?
Ella negó,
sin creer que se había metido en tal problema.
—Si me
acompaña, podré mostrarle su habitación.
Emma no entendía
como aquel hombre era capaz de expresar alguna emoción. La miraba como si
estuvieran conversando cualquier tema trivial.
— ¿Por qué
no me dejan ir?
—Porque es
importante para poder lograr un avance contra la Estación Lunar, además por lo
que tengo entendido usted ni siquiera tiene conocimiento de cierta habilidad
que está dentro de usted.
— ¿Qué le
hace pensar que si espero el tiempo que usted dice, no los voy a traicionar?
—No sería
la primera, pero estoy seguro que en el caso de usted, se dará cuenta de cómo
la Estación Lunar ha jugado tanto con usted o el resto de su familia.
Emma miro a
sus lados. No había forma de salir de aquella sala, así que el primer paso que
considero correcto, fue conocer donde se encontraba, para buscar alguna
debilidad y escapar.
—Bien.
Para
sorpresa de Emma, el teniente Jasper sonrió, mostrando una blanca dentadura.
— ¡Excelente!
Ahora por favor, sígame.
Se giró y
comenzó a caminar, sin esperar respuesta de Emma. Rápidamente ella lo siguió,
tratando de secar las lágrimas que caían por sus mejillas.
—Debes
comprender que este lugar es inquebrantable, así que no podrá crear ningún plan
de escape, tenemos personas dedicadas todo el día y noche para que ello no
ocurra.
Salieron
por la puerta para recorrer un pasillo, Emma pudo notar un par de cámaras.
—Las
instalaciones de la EBE en este sector, está a varios metros bajo tierra, es
por ello que no somos fáciles de encontrar. Es un lugar gigantesco, donde se
construyeron las salas de enseñanza y los salones de entrenamiento, también
están las habitaciones. Tenemos alrededor de cincuenta estudiantes, divididos
según sus habilidades por diferentes instalaciones de la EBE.
Emma miró
sorprendida al llegar al centro del establecimiento. Todo era muy blanco y
espacioso. Se dirigieron a un ascensor, donde el teniente marcó el número
treinta y dos.
—El resto
de la instalación está dirigida para logística y estrategia, además de
almacenamiento y hogar para el resto de los miembros oficiales de la EBE.
Comenzaron
a bajar. Para Emma era el lugar más amplio y limpio que había visto en toda su
vida. Era una infraestructura circular, donde había diferentes pasillos que
según el teniente dirigían a otras secciones y a las salas que había nombrado
anteriormente.
Salieron
del ascensor y se dirigieron hasta uno de los pasillos que llevaba a diferentes
habitaciones.
—Por el día
de hoy tendrá tiempo de conocer las instalaciones —dijo pasando una tarjeta por
el dispositivo que estaba al lado de la puerta —y esta es su habitación, su cena
está en su mesa de noche, ya que la hora oficial pasó.
Emma no
pudo evitar sorprenderse al ver cuál sería su habitación. Era tan blanca como
el resto del lugar, pero había una cómoda cama de plaza y media, una mesa de
noche, un escritorio blanco y una estantería con diferentes libros, además de otros
dispositivos electrónicos sobre el mueble que contenía ropa.
—Desde
ahora deberá usar un uniforme como el mío, pero de color blanco. Todos llevan
ese estilo de ropa, así que hay varias prendas.
Emma entró
a la que sería su habitación, sin dejar de sentirse en un sueño. Su estómago rugió
cuando vio la cantidad de comida que había en la mesa de noche.
—Esta es su
tarjeta de identificación y con la que tiene puede pasar a los salones y
lugares que tiene permitido según su rango, por ahora solo es una estudiante.
El teniente
dejo la tarjeta en la cama y luego se giró hacia la puerta para irse.
—Descanse,
señorita Miller, mañana comienzan sus clases. Los horarios están en el
dispositivo que está en el mueble.
Emma se quedó
sola en la que sería su habitación. Jamás en su vida había siquiera visto esa
cantidad de comodidades, pero por el momento solo se limitó a sentarse en la
cama y mirar la bandeja de comida como si jamás hubiese visto tal regalo… lo
que era cierto.
No dudo en
llevarse algo de comida a su boca, un poco de papas, otro poco de carne y
verduras. Había una explosión de sabores en ella y más aún cuando probó el jugo
que tenía color ámbar.
Sin
embargo, mientras comida, las lágrimas no dejaban de escapar por sus ojos. Luego
de terminar se recostó en la cama y abrazó la suave almohada que estaba cerca
de ella.
Emma no sabía
que pensar en aquel momento, estaba en un lugar que solo había soñado, tenía
comida, refugio y al parecer ellos sabían todo sobre las habilidades que ella tenía,
pero todo dejaba de importar al recordar las palabras del teniente Jasper sobre
el fatal final que había padecido su hermano.
—Vicente —sollozó
mientras mojaba la almohada con lágrimas —Mamá…
Estos
últimos tres años, Emma se había concentrado para no comportarse de esa forma,
tuvo una época oscura donde pensó seriamente en rendirse por la vida que estaba
llevando, exactamente como lo hacían miles de personas diariamente en el
planeta. Cuando estuvo a un centímetro de cortar sus muñecas, vinieron
recuerdos de alguien que había vivido peores cosas que ella, pero que había
sobrevivido de todas formas.
Los ojos de
Emma se cerraron y no se dio cuenta de la cantidad de pequeñas luces que
adornaban su habitación cuando la luz principal se apagó; su mente se entretuvo
pensando en David.
Esta vez Emma se encontraba sola, caminando por
los pastizales. Era su cumpleaños, no era un acontecimiento que se celebrara
porque les era imposible, así que ella no se sentía nada mal. Cumplía 10 años.
Habían pasado días desde que no los atacaba una
tormenta de polvo, pero, el calor se estaba volviendo infernal, tanto que ya
eran las diez de la noche y ella sin poder dormir se había escapado de la choza
para caminar bajo el oscuro cielo.
Desde que ella era pequeña siempre había querido
descubrir como lucían las estrellas, su madre le relataba como eran, pero esas
palabras no tenían sentido para ella. Simplemente no podía imaginárselas.
—No es seguro estar en este lugar y a estas
horas, Emma —dijo una voz detrás de ella.
David estaba mucho más alto que ella, su voz había
cambiado. Llevaba su cabello rubio un poco más largo de lo común. Tenía solo
trece años, pero había crecido mucho el último tiempo.
—Estaba paseando, no ha habido tormentas, quizás
ya se hayan acabado —respondió Emma, sin girarse a verlo.
— ¿Qué haces?
—Buscando las estrellas —dijo ella, mirando
esperanzada el cielo.
—Eso no ocurrirá, sabes que esta toda esa capa
de contaminación que no deja ver mucho a estas horas.
Emma miro hacia los pastizales, sintiéndose
desesperanzada.
—Cada mañana esa capa desaparece, puede que
ocurra en la noche.
—No, no será así, Emma.
Ella se giró hacia él para increparlo, jamás había
discutido con David directamente, si bien no era de su agrado y la exasperaba
desde que tenía memoria porque siempre andaba con su hermano, él jamás había
sido tan desagradable como lo estaba siendo ahora.
— ¿Qué es eso? —preguntó ella, perdiendo el
sentido de sus pensamientos.
David tenía un frasco de vidrio lleno con
pequeñas luces revoloteando dentro. Eran luciérnagas.
—No puedo mostrarte las estrellas, pero tengo
esto —respondió David, ofreciéndole el frasco.
— ¿Para mí? —dijo tomándolo, sorprendida.
—Feliz cumpleaños, Emma.
Ella lo miro, sin poder creer que David le
tuviera un regalo, jamás había tenido uno.
—Ahora debes liberarlas —dijo mirando el frasco.
— ¿Qué? ¿Por qué? —Emma no tenía planeado
liberarlas por nada en el mundo, quería tenerlas para verlas brillar todo el
tiempo que ella quisiera.
— ¿Te gustaría que te mantuvieran encerrada en
un lugar, con muchas otras personas? Lo dudo, libéralas para que puedas verlas.
Emma lo pensó un segundo y con un suspiro de resignación
decidió hacerle caso. Después de todo, él tenía razón.
Abrió el frasco y las luciérnagas volaron,
deseando escapar de la jaula donde se encontraban. Sin embargo, David, sin que
Emma lo viera, movió los dedos de su mano derecha y las luciérnagas formaron
una estrella.
— ¡Mira, David! —dijo Emma, apuntando la figura
que tenía a un par de metros.
—Eso veo —respondió, sonriendo —algún día
veremos las estrellas, Emma.
— ¿Tú crees?
David no le respondió, porque justo en ese
momento Vicente corría entre los pastizales llamando desesperadamente a Emma.
— ¡Emma! ¡Emma! —gritó asustado, en busca de su
hermana.
— ¡Por acá, Tente! —dijo David, levantando las
manos para que Vicente lo viera.
—No le digas Tente, odia que lo llamen así.
—A mí no me dice nada —respondió él, sacándole la
lengua a Emma, que lo miró con odio.
— ¡Emma, por Dios! —Su hermano llegó a su lado y
la miró con desaprobación —mamá esta histérica, pensando que te pudo suceder
algo.
—Solo quería caminar.
Vicente tomó su mano y suspiró, negando por mi
comportamiento, pero finalmente sonrió.
—Es mejor que volvamos.
—Feliz cumpleaños, Emma —volvió a repetir David,
desordenando mi cabello.
—Deja de hacer eso —respondió ella, malhumorada.
Vicente se despidió de David y los hermanos se
fueron caminando apresuradamente hacia su choza.
— ¿Por qué no te enojas cuando él te llama
Tente?
Él la miró curioso.
— ¿Quién en la historia de la humanidad podría
enojarse con David?
Ella abrió la boca para contestar, pero luego se
arrepintió al notar que las palabras de su hermano eran ciertas.
—Como tú digas, Tente…
—Ni se te ocurra —respondió su hermano.
Emma volvió
a despertar, pero esta vez aún era de madrugada por lo que la habitación aún
estaba a oscuras. Pudo ver claramente las cientos de luces.
Se sentó en
un segundo sobre la cama y llegaron a su mente nuevas ideas. ¿Qué había pasado
con David durante este último tiempo? ¿Él había sido capturado? Quizás sabía
algo sobre el paradero de Vicente.
Rápidamente
tomó uno de los dispositivos que el teniente le había entregado y comenzó a
investigar de que trataba el lugar. Tenía toda la información que necesitaba
para saber del lugar y que cuales eran sus integrantes, aunque solo se limitaba
a los estudiantes y docentes.
—David
Niemann —susurró, tratando de encontrar algún resultado.
Nada, no tenía
nada de información. Sin saber qué hacer, se recostó en la cama de nuevo y miró
hacia las luces que había en el techo. Su mente se fue entregando a las luces
hasta que pudo relajarse y entregarse a los años de cansancio que tenía en su
cuerpo.
Volvió a
dormirse.
Emma
despertó gracias a un horrible sonido que llegaba a cada rincón de la EBE, era
la alarma para despertar y el reloj que había en su puerta en forma de
holograma, marcaba las seis de la mañana. Tímidamente tomó sus cosas y se dirigió
hacia los baños comunes que había en el sector donde ella se encontraba, estaba
separado por hombres y mujeres. Para su sorpresa, encontró varios estudiantes
que la miraron con cierta curiosidad, pero ella no se animó a hablar con nadie
y agradeció a Dios que nadie le dirigiera la palabra, ya que no sabía que
hablar con aquellos extraños, hacía mucho tiempo que no tenía una conversación
trivial con otro ser humano.
Era la
primera vez que Emma tenía un baño donde ducharse, por lo que se quedó más
tiempo de lo permitido bajo la tibia agua que salía de los techos, no se
sorprendió por la cantidad de suciedad que salía de su cuerpo, aunque si se quedó
mirando por unos largos minutos ante los grandes espejos que habían. No había
visto su reflejo tan claramente desde que era una niña, por lo que ver las curvas
que había adquirido, el cambio en su rostro y la mirada tan vacía que tenía, la
dejaron pensando por un tiempo.
Una segunda
alarma comenzó a sonar y ella se apresuró para ir a su habitación y ponerse uno
de aquellos overoles blancos que tenía a su disposición. Se dio cuenta que en
su mueble también tenía ropa interior y productos de higiene femenina. Le pareció
que estaba ante un tesoro.
Dejó su
cabello negro suelto y mojado, no tenía mucho ya que la mala alimentación y las
precarias situaciones en la que vivía habían logrado que cayera bastante del
volumen que tuvo cuando era niña. Hace más de un año había decidido cortarlo,
pero creció rápidamente.
Con los
dispositivos que le entregaron la noche anterior decidió salir de la habitación.
Lo primero que se encontró fue al teniente Stone ante su puerta.
—Buenos
días, señorita Miller. Como una excepción por el día de hoy la acompañaré hasta
donde se encuentra su docente, luego tendrá que recorrer los establecimientos
para reconocer el lugar y poder dirigirse a diferente parte por si sola.
Emma seguía
pensando que el teniente parecía un robot.
—Podrá
notar que en el establecimiento hay estudiantes de diferentes razas —dijo
mientras caminaba.
Nuevamente
Emma tuvo que correr para alcanzarlo.
—Puede que
se le haga difícil comunicarse con ellos en un inicio, ya que no todos hablan
nuestro idioma, pero estoy seguro que le ira perfectamente al momento de
aprender otras lenguas, además ellos también aprenden la nuestra.
Ella
caminaba en silencio a su lado, mirando cada detalle de los nuevos sectores que
estaba conociendo.
—Para
llegar a su primera clase, debe tomar el ascensor e ir al piso cinco —dijo
mientras presionaba el botón que los llevaría a dicho lugar —de todos nuestros
estudiantes, usted es la única que ha tenido una situación bastante precaria en
su desarrollo, por lo que sus habilidades físicas, serán un objetivo a largo
plazo, primero debe estar en excelente forma física.
Esta vez
Emma podía ver que había personas en los diferentes pisos.
—Por ahora
recibirá una orientación del lugar. Como hemos notado que tiene dificultad para
relacionarse con las personas, hemos elegido a alguien con quien usted se
sienta cómoda.
Ella no
pudo evitar sonreír, lo que hacía mucho tiempo que no hacía. Le pareció
gracioso que el teniente hablara de relaciones personales.
—Que
considerados —respondió de forma irónica.
Cuando
llegaron al piso que habían marcado y salieron del ascensor, Emma notó que
varias personas la miraban. Decidió que mejor era concentrarse en el piso o en
las paredes para evitar las miradas que imprudentemente le dirigían.
— ¿De quién
se trata? —preguntó ella, para averiguar qué tipo de profesional se haría cargo
suyo.
—Ya lo
vera.
Caminaron
por varios pasillos hasta que llegaron a una puerta. Emma le llamó la atención
que estuviera manchada con diferentes colores, como si alguien hubiese
simplemente arrojado bombas de pintura a ella. Era el único lugar con tanto
color en el establecimiento.
El teniente
tocó a la puerta y ambos pudieron escuchar que los hacían pasar. Curiosamente
el hombre abrió la puerta con cuidado.
—Le
recomiendo que siempre entre con precaución a esta sala, el Sargento practica
de forma constante con diferentes pinturas para dominar su habilidad.
Cuando por
fin entraron a la sala sin ser manchados con algún tipo de color, Emma notó a
un hombre que le daba la espalda y que miraba atentamente un caballete que
estaba en blanco.
—Buenos
días, Sargento Niemann.
Emma no dio
un paso más al escuchar cómo se dirigía al hombre que estaba ante ella y que al
escuchar el saludo, se giró hacia ellos.
—Teniente —dijo
con una voz fría que Emma no recordaba.
—Señorita
Miller, le presento al Sargento David Niemann.
Espero que les este gustando la historia, gracias por leer ;)
OoO me ah encantado de verdad estoy ansiosa de leer el siguiente capitulo
ResponderEliminarSip confirmado eres una excelente escritora me esta gustando mucho esta historia
ResponderEliminarPobre Emma pero lo bueno es que ya vio a David.
ResponderEliminarA yo quiero a un David tambien
Me encanto
ResponderEliminarTodavía no veo la trama
Ebe son buenos o malos
Dsvid que hace con ellos
Por fin lo encontró
Sigue sigue
Quiero seguir leyendo
ResponderEliminarA quienes seran los buenos
Estoy con una gran interrogante
De que pasara
A quee Vicente esta muerto no lo creo podre de Emma ella seguia con lo teoria de q podria estar en EBE aa David que haces con ellos gracias por el capitulo como siempre excelente
ResponderEliminarJesucristo! O.o demonios! David es teniente?! O.o jo-der... Me está encantando la trama, anda sigue Tocaya, siguenos sorprendiendo a todas con tu genial mente.
ResponderEliminarGracias y nos leemos en el próximo /-\
Jesucristo! O.o demonios! David es teniente?! O.o jo-der... Me está encantando la trama, anda sigue Tocaya, siguenos sorprendiendo a todas con tu genial mente.
ResponderEliminarGracias y nos leemos en el próximo /-\