Primera Vez
Victoria duerme plácidamente,
abrazando su almohada luego de que hiciéramos el amor por enésima vez esta
noche. Tendida sobre la cama, completamente desnuda y solo cubierta por una sábana
blanca me hace pensar que por primera vez se encuentra tranquila.
No puedo evitar sonreír al darme
cuenta que ella es mi esposa, además de ser mi Gobernadora. Debí notar mucho
antes que era la vampiro indicada para aquel trabajo. Fui un idiota con ella al
no creer en sus capacidades. Debí haber hecho tantas cosas en el pasado, tantas
para evitarle cientos de desilusiones.
Aun no puedo creer que siga a mi
lado. No la merezco.
— ¿Victoria? —la llamó entre susurros
para verificar que está completamente dormida. Beso su espalda para luego salir
de la cama. No tengo ni un poco de sueño.
Con calma y cuidado de no despertarla me
pongo unos pantalones negros de algodón que sirven de pijamas, no me agrada
usarlos pero es preferible tenerlos si voy a salir de casa. Quizás un poco de
brisa marina me haga desear dormir.
Al salir por la gran ventana de nuestra
casa de la playa, agradezco que haya viento. La noche esta estrellada y la playa
se ve con claridad. Camino hasta la terraza y me apoyo en el marco de cemento
que sirve de soporte para las flores que Victoria tiene en el mini jardín.
Supongo que le gusta tener algo que
hacer cuando no estamos enredados en las sabanas o conversando. Ella jamás trae
trabajo a casa o cuando tenemos vacaciones, lo que es perfecto. Si sigue de esa
forma y siendo tan funcional para el resto de los vampiros, no dejaran que
salga nunca de su puesto, es una excelente líder.
Todo es perfecto de cierta forma, aunque
sigue siendo igual de testaruda y no se limita a quedarse callada cuando
estamos discutiendo. Ese atributo de ella no tuvo modificación alguna, es una
de las cosas que más odia Elizabeth; al parecer mi madre jamás podrá perdonarla
por hacer que el Consejo haya caído. Mientras que Victoria es demasiado leal a
sus ideales, no aceptaría tener una relación cercana a alguien como mi madre.
Aunque debo aceptar que aún me cuesta
mucho creer que ella este a mi lado, sobre todo por lo difícil que fue
encontrarla y por el pasado que mancha lo que yo siento por ella. Es cierto que
hay una diferencia kilométrica entre mi Victoria del pasado y la de ahora, pero
siguen siendo la misma, solo en diferentes épocas.
Después de que ella muriera la primera
vez y dijera aquellas palabras que me condenaron una oscuridad eternidad, no
pude evitar crear en mi mente las imágenes de ella, rodeada de llamas, gritando
mi nombre y maldiciéndome. De solo pensarlo siento un revoltijo en mi estómago,
reacción que no debería existir porque soy un vampiro, pero que mi mente crea
de todas formas.
Cierro mis ojos, tratando de
encontrar paz ante el recuerdo de mi Victoria muriendo. Ahora la veo en mi
mente, durmiendo plácidamente a unos metros de mí. Sonrío al darme cuenta que
ahora se encuentra bien, a mi lado.
Pensar que todo habría sido
diferente si me hubiese negado a ir por ella.
En un segundo vuelvo al pasado, es
como si hubiese ocurrido ayer.
Cuando
sonó la puerta, aparté de forma brusca a Charlotte que se encontraba bajo el
escritorio haciendo cierta actividad en la cual era una experta.
—Debes irte
—dije con el ceño fruncido y subiendo el cierre de mi bragueta —tengo una
reunión con Javier.
— ¿Es sobre
la humana? ¿Es cierto que la has encontrado?
Me concentré
en ver como se ponía de pie, con su vestido negro y su cabello rubio suelto. Le
sonreí por la sensación de satisfacción que me había proporcionado.
—Ese no es
asunto tuyo, ahora es mejor que te vayas pronto con mi madre. Te extrañará.
—Como
ordene, Gobernador —dijo acercándose a mí para besarme, pero miré hacia un
lado, no quería sus labios.
—Dile a
Javier que entre y cierra la puerta.
Me giré
hacia las grandes ventanas que había detrás de mí y me levanté para observar
con calma la hermosa ciudad de Londres. Ya llevaba suficientes décadas en este
lugar, no deseaba mudarme y esperaba que Javier solo viniera a darme un informe
de rutina sobre aquella mujer que estuve buscando por un largo tiempo. No
quería ir por ella, no aun por lo menos. Ni siquiera sabía qué edad tenía en la
actualidad.
—Buenas
noches, Sr. Lenardis —dijo Javier, uno de mis Guardias. Era pareja de Ezequiel,
un Guardia y amigo más antiguo, que me había acompañado desde hacía siglos.
Ambos creían que no sabía sobre su relación.
—Javier —me
giro hacia él, solo parece un niño comparado con Ezequiel o conmigo, pero tiene
varios años más de los que aparenta — ¿Qué te trae por aquí?
Entendía
muy bien cuál era el propósito de su visita, lo que era una pérdida de tiempo.
Según Ezequiel había encontrado —hace años —el aroma de quien siempre se
caracteriza por ser mi pareja, siendo mi guardia personal, sabe muy bien qué
tipo de esencia tienen mis parejas oficiales. Sin embargo, esto ya se estaba
desmoronando. No deseaba otra pareja y no creía en la posibilidad de que esa
chica de un país perdido en Sudamérica, fuera mi alma gemela.
Esa opción
ya no existía para mí.
Sin
embargo, estaba comenzando a sentir la presión del Consejo y deseaban que
tuviera una pareja para que todos dejaran de preocuparse por mi forma de
gobernar. Ridículo, siendo que mi pareja jamás se involucra en dichos asuntos.
La dichosa
humana fue encontrada hace ocho años atrás, regularmente me llegan informes de
su vida infantil, ya que era una niña en ese entonces; siempre Ezequiel y
Javier procuraban porque no viviera ningún problema. Actualmente es una
adolescente, cursando el último año de secundaria y pensando en un futuro universitario…
que no se llevará a cabo si es que realmente es mi pareja.
Además de
esta chica, se encontraban cinco posibles opciones. Todas en el mismo rango de
edad. No había visitado a ninguna, no tenía tiempo para perder. Ni siquiera
había visto una foto de sus rostros. No tenía intenciones de verificar sus
identidades, menos cuando años atrás eran solo niñas.
—Están
comenzando a presionar, Javier, me dicen que ahora debo ir a visitar a estas
chicas para ver si es realmente alguna de ellas. Que ese trabajo debí hacerlo
años atrás para no perder el tiempo.
—Sabias
palabras, señor —dijo él asintiendo.
— ¿Qué
traes de nuevo? Dilo de una buena vez, tengo que ir a un Centro Proveedor con
Marco, tiempo de alimentarnos. Ya sabes.
Algunos
opinaban que estaba sobre utilizando a los humanos que habían en estos lugares,
que la sangre estaba atrofiando mi cerebro. Idiotas.
—Es hora de
que usted la vea —dijo él, con su ceño fruncido. Obviamente también era del
grupo que no apoyaba mi comportamiento.
—Bien,
entrégame la foto —dije estirando una mano para que me entregara el informe que
tenía en sus manos, pero para mi sorpresa Javier levantó las manos y lo rompió
ante mis ojos — ¡pero qué haces!
—Tendrá que
ir a verla, no observar una foto… es hora de que se ponga los pantalones, Sr.
Lenardis.
— ¡¿Pero quién
te has creído?! Debo verlas primero para saber cuál podría ser.
—No, es
esta, sin duda alguna y lo sé porque he visto la pintura de su pareja original…
solo temo con que sea una casualidad y no tenga el aroma adecuado.
—Ezequiel
dijo que lo tenía.
—Él no es
la pareja eterna de ella. Debe estar seguro ¿entendido? No puede correr el
riesgo de…
—Equivocarme
otra vez —terminé su frase, molesto —sal de aquí Javier.
Él se giró,
dándose cuenta que había sido imprudente. Antes que saliera de la oficina volví
a hablarle.
—En dos
horas quiero listo el avión.
Vería con
mis propios ojos el motivo de la seguridad que sentía Javier como para hablarme
de esa forma. Me acerqué a paso lento hasta los papeles destrozados en el piso
y tomé un montón de ellos. Sobre el escritorio uní unas partes, justo los ojos
de aquella humana.
Cuando uní
la parte de sus datos generales, tensé mi mandíbula, furioso.
—Victoria —susurre
al leer su nombre en voz alta.
Tenía sus
mismos ojos verdes.
Fue lo
necesario para recordar uno de los tantos momentos que tuvimos juntos en aquel
pasado, donde nuestros corazones latían con rapidez cuando nuestras miradas se
encontraban.
Me fue muy
fácil rendirme a los encantos de aquella gitana, con su cabello largo y negro
que aparecía de la nada para sonreírme y decirme que nos reuniéramos en ciertos
lugares, secretos y únicos para ambos.
La amaba y
parecía que por un momento, nada más importaba que tenerla a mi lado, sin
embargo, por alguna razón… aún no había roto mi compromiso con la que era mi
prometida.
—Hazlo,
hazlo de una vez —me pidió ella.
—Lo haré,
pero debo ser precavido… ya sabes, esto no se hace de un día para otro. Ella me
ama.
— ¡Y yo a
ti! —dijo cruzándose de brazos un día que discutíamos. Eso ocurría con
frecuencia — ¿Por qué debo merecer un peor trato? ¿Es por mi familia?
—No digas
eso —me molesté que insinuara algo como eso… cosa que no era del todo falsa,
pero jamás le había hecho daño usando ese argumento—ya hemos hablado de esto
cientos de veces.
— ¿Entonces
por qué? ¿Crees que no te amo?
Me quede en
silencio, mirando más allá de ella. Nos encontrábamos en el típico árbol que
nos servía como punto de encuentro. Estaba alejado y era lo suficientemente
grande como para cubrirnos de miradas curiosas. Ella estaba sentada al frente
de mí, con un vestido azul y blanco, una tela de color azul cubría parte de su
cabello, como si fuera un cintillo.
Se veía
hermosa, pero de todas formas miraba hacia atrás de ella, rehuyendo de sus ojos
verdes porque no tenía idea que respuesta darle. Ella me amaba y yo también…
aunque aún no dejaba a mi prometida por esta hermosa gitana. Había mucho dinero
involucrado.
—Alexander
¿de verdad crees qué no te amo?
No permití
que ella siguiera hablando, la besé para que por unos segundos se olvidara del
tema en discusión, pero ella era feroz. Se alejó de mí unos segundos.
—Respóndeme
—dijo con sus labios un poco hinchados.
La deseaba,
la deseaba tanto que soñaba cada noche con ella, desnuda entre mis brazos,
gimiendo contra mi boca.
Fue en ese
segundo que comencé a jugar sucio.
—He tenido
una vida bastante difícil, Vittoria… —tomé sus manos y entrelacé nuestros
dedos, ella me miraba ceñuda pero sus ojos brillaban por mí, lo notaba cada vez
que nos encontrábamos. Ella me amaba y no lo dudaba...lo que era muy útil para
lo que quería ahora —y dejar a mi prometida es riesgoso ¿de verdad me amas?
—Claro que sí,
Alex ¿Es qué no me escuchas cuando lo digo? Te amo —dijo ella sonriente, sin
rastro de enojo.
Tiré de
ella, hacia mí. Se tuvo que apoyar en sus rodillas y manos para no caer.
Quedamos distanciado solo a milímetros.
— ¿Por qué
no lo demuestras? —Pregunté, acercándome a su mejilla y dejando que mi boca se acercara
a su oído —ven conmigo durante la noche.
Pude sentir
como su hermoso cuerpo se tensó. Ella y su familia, como el resto de su gente,
eran muy tradicionales.
—Serás mía
en algún momento ¿no? ¿Por qué no me demuestras cuánto me amas de esa forma? Yo
dejo algo y tú también.
Ella
levanto la mirada, sorprendida y asustada.
—Pasar la
noche contigo no es entregarte algo, no es romper un compromiso con alguien que
no amas. Te estaría entregando una parte de mí, algo único —sus mejillas
estaban sonrojadas. Era maravillosa.
—Sí, algo
que sucederá en algún punto si todo sale como deseamos.
— ¿Cómo
deseamos? —preguntó curiosa.
—Sí, no nos
podemos unir en matrimonio en este lugar… deberemos escapar ¿no?
Los ojos de
ella brillaron ante mi idea y asintió sin dudar.
—Entonces
¿Por qué nos encontramos antes? –solté sus manos para poder rodear su cintura y
guiarla hasta mí, no pudo evitar sentarse a horcajadas sobre mí.
— ¿Escaparías
conmigo? —preguntó con sus ojos llenos de lágrimas, mientras dejaba sus manos
sobre mis hombros y yo rodeaba con más fuerza su cintura. Mi cuerpo estaba
comenzando a arder por tenerla tan cerca.
— ¿Por qué
no? Te amo.
—Te amo —susurró
ella antes de besarme, sus manos rodearon mi cuello y tiraron mi cabello
mientras se removía inquieta sobre mí — ¿Hoy en la noche? ¿Dónde? —preguntó
contra mis labios.
—Ven hasta
donde vivo, justo a medianoche ¿estarán todos durmiendo?
—Quizás un
poco más tarde sea mejor.
—Bien —dije
ansioso de ella, notando como sus mejillas se sonrojaba. Era hermosa,
encantadora, inteligente y solo mía.
— ¿Me
esperarás si demoro?
—Siempre —respondo
seguro.
Así fue
como nos pusimos de acuerdo para pasar la noche juntos. Fue dos semanas antes
que todo acabara entre nosotros… que la abandonara.
Yo en aquel
tiempo vivía en un lugar humilde pero alejado de la casa principal que cuidaba
por las noches, era de un hombre rico que no dormía nunca en casa, por lo que
no fue arriesgado usar la casa grande para esperar a Vittoria, quería lo mejor
para ella y esto era lo que podía ofrecerle, aunque muy dentro de mi corazón sabía
que ella no se fijaría en detalles, jamás le ha llamado la atención las casas u
hogares con estructuras tan firmes. Ella ama la tienda donde vivía, lo que
encontraba horrible, pero no me involucraba en ello.
Cuando ya pasaba
la medianoche y esperaba de pie junto a mi vieja y pequeña cabaña donde vivía, comencé
a ponerme nervioso. Había estado con otras mujeres en el pasado, pero no con
una como Vittoria, no con una mujer a la que amaba.
Estoy
vestido con mi mejor ropa, de eso no tengo que preocuparme ya que siempre he
aparentado tener un poco más de lo que realmente tengo, es por ello que mi
afortunada prometida aceptó tenerme como su novio; si su padre aceptó nuestro
compromiso es solo debido a que soy el capricho de su hija.
— ¿Alexander?
—ella aparece desde el bosque, con un vestido blanco y una tela del mismo color
en su cabeza, como cintillo —que guapo te ves —dijo ella sonriendo de esa forma
que me encantaba, como si no hubiera nada más en el mundo, solo yo.
La tomé de
su mano y la acerqué hasta mi para besarla. Ella se entregó sin dudarlo.
—Hola —digo
contra sus labios.
—Alex, si
yo no qui… —antes que pueda decir las palabras la besó, no quiero arruinar la
noche.
—He
comprado algo para que comamos y bebamos, así pasamos más tiempo juntos.
Ella
sonríe, desde aquí puedo notar como se sonroja, ni siquiera la oscuridad le
ayuda.
—Bien.
Se giró
creyendo que iríamos hasta mi cabaña, pero no, rodeó con una de mis manos su
cintura y la acerco hasta mí.
—No, hacia
allá no —digo susurrando a su oído, puedo sentir como sus piernas tiemblan y
eso hace que mi ego crezca.
—Alexander —ella
tomo la mano que estaba bajo sus pechos —despacio.
—Tendré
cuidado, no te preocupes, además ahora iremos por nuestra pequeña cena.
Tiré de su
mano y ambos nos fuimos hasta el interior de la gran casa.
Cuando
llegamos al cuarto piso, a una de las habitaciones de invitados con cama doble,
sentí como ella se estremeció a mi lado. No importaba que hubiésemos estado
hablando trivialidades, bebido un poco de vino y robándonos besos si alguno de
los dos se distraía. Ella estaba muy nerviosa y temerosa.
—Alex —dijo
tirando de mi mano, evitando que nos acercáramos mucho a la cama —creo que no
deb…
—Ey ¿es qué
no me quieres?
Estaba
jugando sucio, lo sabía, pero estaba sediento por ella. Necesitaba tenerla
conmigo, entre mis brazos, bebiendo de su cuerpo como si no hubiese un mañana.
—Si —ella
bajó la mirada y asintió, como si se hablara a sí misma.
La
habitación estaba con varias velas, que proporcionaban cierta calidez. Fue bajo
ese efecto que vi como ella se desprendía de la tela de su cabello; creo que
fue esa la primera vez que la vi con su cabello suelto, sin nada que estorbara.
—Ey —digo
tomándola de su mentón, haciendo que me mire —de esto me encargo yo.
Tomé la
tela que estaba en sus manos y deje que cayera al suelo. Luego me desprendí de
mis zapatos y de mi camiseta gris. Tire de su vestido para atraerla a mí y
besarla. No la desnudé de inmediato, quería que estuviera tranquila… o por lo
menos proporcionarle la mayor tranquilidad posible. Fui levantando su vestido
poco a poco hasta que lo tuve al nivel de su cadera, dejando sus hermosas
piernas descubiertas. Mis manos por cuenta propia fueron de su espalda baja
hasta su trasero, atrayéndola hacia mí y logrando para su sorpresa que un
gemido escapara de su boca.
— ¿Estás
bien? —pregunté contra su boca. Ella asintió.
Justo en
ese segundo la levante lo suficiente para que ella rodeara mi cadera con sus
piernas. Eso la hizo reír por los nervios, pero la hizo reaccionar.
Sus labios
se volvieron más fieros, me acercaba a su cuerpo y se movía contra el mío. No
pude evitar sonreír.
Cuando la
recosté sobre la cama y fui retirando lentamente su vestido mientras besaba sus
piernas, su abdomen y me deshice entre sus pechos, ella se fue relajando y
entregando de forma completa.
—Alex, te
necesito —dijo ella, bajando su ropa interior, solo un poco. Me encargue de
eliminarla por completo y aprovechar de deshacerme del resto de mi ropa.
Ni siquiera
puedo describir con realidad como se veía, desnuda sobre esa cama, mirándome
como si fuera un estilo de animalito indefenso y yo fuera su cazador. Me
hipnotizaba al ver que trataba de cubrir su denudes, me entregaba cierto poder
que no sentía antes. Todo lo que ocurriría después estaba en mis manos y ella
solo se entregó ciegamente a mí, aquel poder, de tener a otra persona así de
vulnerable, era único, ya que ella lo estaba haciendo para demostrar cuanto me
amaba.
No había
necesidad de ello, yo sabía que me quería.
—Cuidado —me
pidió cuando me subí a la cama, entre sus piernas.
— ¿Estas
bien? —dije realmente preocupado, no tenía intención de que pasara un mal rato.
Aunque este sería un acto que se repetiría por el resto de nuestras vidas,
quizás si cabía un margen de error, ya que estaba un tanto nervioso, quería
hacerla sentir bien.
—Solo hazlo
con cuidado ¿sí?
No le
respondí, solo la bese mientras mis manos iban tocando su figura con lentitud.
Cuando llegué a la zona más íntima de su cuerpo, me dedique a recorrerla por
completo, de tal forma que Vittoria
escapaba de mis besos porque necesitaba respirar de forma entrecortada o porque
un gemido escapaba de sus labios.
—Muy bien —dije
identificando el momento correcto para entrar a su cuerpo —lo haré con cuidado.
Ella me
miró con sus ojos verdes brillosos, su cabello desordenado y con sus labios
hinchados. Asintió y esperó expectante.
Me
concentré para ser cuidadoso con ella, no quería herirla, pero a medida que iba
entrando en su cuerpo, mi paciencia se iba haciendo cada vez más pequeña. Era
una sensación tan placentera que por un momento desee recorrer el camino de una
sola estocada, pero aquello la dañaría, por lo que me aferre al cobertor, justo
en los costados de su cabeza y fui lentamente penetrándola.
Fue una
sensación única cuando la hice por completo mujer.
Atrapé su
boca con la mía cuando quiso quejarse de dolor, por lo que me quede inmóvil,
esperando a que se acostumbrara y tratando de consolarla con besos… esperaba
que hubiese ayudado de algo.
— ¿Mejor? —dije
moviéndome lentamente contra ella.
Vittoria
suspiró de forma entrecortada pero asintió. Estaba sospechando que ella deseaba
que todo terminase de una buena vez, así que me encargue de que no fuera así.
Nuevamente
me encargue de que su nivel de excitación fuera igual o mejor al de antes. Me
encantaba verla respirando con dificultad solo por el placer que yo le
proporcionaba. Se veía hermosa y me hacía sentir con el pecho inflado.
—Te amo —susurré
en su oído, justo cuando comencé a moverme más rápido contra su cadera.
Mi hermosa
Vittoria se relajó al escuchar aquellas palabras y tiró de mi cabello para
poder besarme y moverse conmigo.
Aquella
sensación fue como ir escalando hacia el cielo, sintiendo que el aire
disminuida y teniendo la idea de que explotaras… para cuando lo haces, el clímax
logra llevarte a una sensación única. Aunque lo mejor de todo, fue notar como
mi Vittoria se dejaba llevar y entre gritos y besos lograba su orgasmo, el
primero.
Me
encargaría que fueran mucho más… por un tiempo.
Cuando
llegó la noche de visitarla en la actualidad, no fue muy sencillo porque me aburrí
mucho esperando. Sin embargo nos escondimos en la oscuridad con Javier y
esperamos…. Esperamos… y esperamos.
— ¿Es ella?
—pregunto cuando alguien sale de una casa. Lleva un cigarro en su mano — ¿fuma?
—Todos esos
datos están en los informes ¿está seguro, es ella?
—Vittoria —susurro,
hipnotizado… sin duda es una versión más joven, con otra ropa y de seguro otra
forma de pensar… pero sus ojos son los mismos.
—No se guíe
solo por el nombre, debe estar seguro, no puede irrumpir en la vida de alguien
de esa forma.
—Mmm no la
conocí a esta edad, ella tenía unos años más —admito, sorprendido por la
persona que tengo al frente.
—Claro.
Y yo no conocí
a mi Vittoria de niña, menos a esta Victoria que ni siquiera deseaba ver. Que
idiota ¡y que paciencia tuve que tener estos años sin ella! Recién ahora siento
la falta de ella.
—Debe ser
mía.
Proclamó
como si tuviera todo el derecho sobre esa criatura.
Comenzaba a
jugar sucio otra vez.
Me deshago de mi pijama y lo dejo lejos
de la cama. Me meto bajo las sabanas y reclamo la atención de Victoria,
sintiéndome desolado por haber tenido esos recuerdos. La forma que la use para
que fuera mía y como la trate cuando volví a encontrarla, serán cargas que no
podré olvidar jamás.
— ¿Alex? —Pregunta ella entre sueños,
cansada — ¿Qué sucede?
Se gira hacia mí y me observa
preocupada.
—Oh… —susurra, entendiendo de inmediato
cual es mi aflicción. No tengo barreras con mi esposa, por lo que puede leer mi
mente sin problemas.
—Lo siento —digo, rindiéndome a ella.
—Oh basta, no seas masoquista —dijo
acercándose a mi cuerpo —no sé qué habrás recordado, pero es pasado ¿Por qué te
martirizas? No tiene sentido.
—Las veces que te he hecho daño quedan
grabadas en mi mente, aunque no se note a veces.
—Amor, por favor ¿Cuál es el objetivo si
ahora cada día me haces feliz? Que se joda el pasado y lo que nos sucedió
antes. Estamos juntos, sin problemas y tenemos una eternidad para disfrutar el
uno del otro.
La miro sin poder creer que ella se tome
esto a la ligera.
—No me tomo nada a la ligera, pero si yo
te perdone ¿Por qué no lo haces tú?
Me quedo unos segundos mirándola,
sorprendido de lo cierta que son sus palabras.
—Te amo —digo, atrayéndola hacia mí.
—Y yo a ti.
La beso, esperando que sentir sus labios
borre los malos recuerdos de mi persona que tengo. Lo logra.
— ¿Alex?
La miro curioso, ya que está sonriendo,
sé muy bien lo que está pensando.
—Me desvelaste, podrías pagar tus
pecados haciéndome feliz muchas veces más esta noche.
—Esta noche y toda la eternidad.
En el pasado fui un idiota, un maldito
con ella… pero tengo todo una eternidad para compensarla. Lo que no dudaré en
hacerlo porque la amo.
Muy bien, aquì esta el outtake que katherine pidio, que realmente fueron dos momentos. Nada más que decir, ya no hay nada mas que escribir de estos dos. Asi que es el adios definitivo para estos personajes de mi parte.
hola estuvo muy lindo :)
ResponderEliminargracias dani
Muy tristemente bonito, lo bueno es que al final de todo tuvieron su final feliz...
ResponderEliminarGracias a la chica que pidió estos momentos y gracias a ti Dani por escribirlo.
Un beso y nos seguimos leyendo!!
.
.
.
Hasta siempre mis queridos Lenardis T__T
Hermosooooo muy lindo un muy buen final merecdido lo tienen ambos ya era hora de tener felicidad ...Extrañare mucho esta historia y no quiero decirle a dios pero ni modo llego a su fin y un fin muy lindo como se lo merecian Dani muchas gracias por escribirlo y por dejarnos conocer a Alexander Lenardis y solo me queda decir nos seguimos leyendo ...
ResponderEliminarComo dejarlos ir?? y lo digo en serio, no estoy solo siendo dramática, me cuesta mucho y es triste pensar que esto es lo ultimo que sabremos de ellos.
ResponderEliminarBueno fue un outtake perfecto, por que nos informaste de su vida en "presente" me encanto eso de que ella no lleve trabajo a la casa, y bueno, hasta cierto punto queria pensar que Elizabeth estaba molesta con ella por haber convertido al loco de Cristobal, por que viendolo del lado de la madre, ella pudo haberlo considerado traicion, pero no, lo que le importa es el consejo¡¡¡¡madre mia¡¡¡ bueno ya mejor que se mantenga alejada de la Sra. Gobernadora Victoria Lenardis por toda la eternidad.
Tambien adore ese recuerdo de Javier...el sabia todo de su romance con Ezequiel...duh¡¡¡ y que bien que le hablo asi, en cuanto a Charlotte...Lina es un amor y mi mejor amiga comparada con esa perra..dios que horror¡¡¡ bueno retomando el tema,ya era tiempo que se presentara...creo, y luego el recuerdo de Vittoria...hay ese Alex humano, no gustarme nada, lo siento pero no, el la amaba, pero no lo suficiente, jugaba sucio desde ese entonces, tengo que decir que fue un poco extraño leer esa escena romantica entre el y la gitana...no se, es decir se que ella es Vicky en el pasado pero a la vez no lo es y bueno fue un poco raro.
Otra cosa que ahora me encanta...ese libre acceso a la mente de los dos, demuestra el nivel de confianza que hay entre ellos, y eso me hace tan feliz, y Vicky sabia como siempre " si yo te perdono, ¿porque tu no?"
Aaa porque todo tiene que acabar??? me es muy dificil dejar este comentario, y no quiero despedirlos, pero tengo que agradecer a Kathy por haber pedido y compartido este regalo con nosotras y por supuesto a ti Dani...seguimos en contacto¡¡¡¡
gracias una vez mas dany!!! :) <3
ResponderEliminar