“Primera
esperanza”
Me removí en la cama, tenía esa sensación de haber ejercitado mi cuerpo
más de lo que podía soportar.
Mis piernas, mi cadera, mis manos, mi cuello, no tenía la menor idea si
me podría poner en pie. Max había acabado conmigo anoche, lo habíamos hecho
tantas veces que mi cuerpo finalmente terminó muy sensible, tan solo bastaba
con un beso suyo para entregarme a sus brazos. Él vampiro no tenía límites.
Giré con cuidado sobre la cama, quejándome. Max además de acabar conmigo,
bebió de mi sangre tres veces, la última me dejó inconsciente.
Miré hacia mi lado y estaba sola,
en mi habitación. Estaba todo bajo en la oscuridad, no tenía idea qué hora era,
pero solo me recosté de nuevo y mis ojos se cerraron para seguir durmiendo o
eso tenía planeado. No pasaron más de diez minutos, cuando sentí que el
cobertor comenzó a bajar de a poco. Abrí los ojos asustada y pude ver a Max
sentado en la esquina de la cama, tenía completamente otra expresión, se veía… ¿contento?
—Mejor dicho, satisfecho.
—Dame el cobertor, estoy muerta por tu culpa –lo miré enojada, pero por
lo visto entendió ya que me cubrió –y claro que estás satisfecho, bebiste
demasiadas veces de mí.
—Y tú no te negabas –maldito infeliz.
No tengo la menor idea que le estaba haciendo a mi mente en ese momento,
pero yo accedía sin ningún problema a que me drenara de a poco.
—Es porque eres mía, tú respondes a mis necesidades –lo miré mal. Eso no
era cierto, me daba lo mismo si se moría de hambre por no tener de mi sangre.
—Sí, claro —dije de mala gana.
Abrecé la almohada, acomodándome para seguir durmiendo. Dios santo, me
dolía todo, partes que ni siquiera me veía estaban adoloridas. Sin embargo, Max
me detuvo, exponiendo mi piel hasta el comienzo de mis pechos. Pude notar a través
del brillo de sus ojos que no tenía pensamientos muy puros hacia mí.
–Ni se te ocurra, estoy cansada y muero de hambre, pero me duele todo,
así que ni siquiera me puedo mover… —él frunció levemente el ceño, se veía
confundido. De un segundo bajo por completo el cobertor y se sorprendió al
verme — ¿Qué...? –Miré mi cuerpo desnudo y el grito que se produjo al ver lo
que sucedía, quedó en mi garganta — ¡maldito bastardo! –Dije sentándome demasiado
sorprendida al ver mi cadera, mis piernas, hasta mis tobillos — ¡Estoy llena de
cardenales Max! –tomé el cobertor y me cubrí, pero él de inmediato cambió su
expresión de desconcierto a la expresión de póker que en este momento descubrí
su significado.
Me importa un rábano lo que a ti te
pase.
—Llamaré a Tara para que se encargue de ti –lo miré estupefacta.
— ¡Claro que no harás eso! –dije furiosa, esto era demasiado. Me dolía
hasta la garganta, como si hubiera estado gritando en un concierto por horas –
¡no me expondrás a que ella se entere de que nosotros hemos tenido sexo toda la
noche! ¡Y como unos salvajes para que me dejes estos cardenales! Ella no me verá así, de esto te encargarás tú
–dije mirándolo directo a los ojos.
Él enarco una ceja.
—No tengo tiempo para este estilo de cosas.
— ¡Te harás el tiempo entonces, Max! –Le grité enojada —yo tengo que
encargarme de que tu estómago esté lleno y ¿tú no te puedes encargar de las
consecuencias de tus actos en mí? –él quedó pensando.
—No, ya que disfrutaste bastante en el transcurso de ellos —sonrió
pensando en otra cosa.
—Basta, estoy cansada –dije suspirando y sintiéndome completamente
frustrada.
—Ni se te ocurra ponerte a llorar, es molesto –lo miré e hice un mohín —
¡Demonios! ¿Qué es lo que quieres? –mis ojos se llenaron de lágrimas por la
frustración que me provocaba.
—Tengo mucha hambre… y me duele todo como para ir a darme una ducha,
además de que me ¡golpeaste! ¡Monstruo! Me empujaste como si fuera cualquier
cosa y después presionaste mi cuello muy fuerte –él me miró sin decir nada por
unos segundos.
—Iré a ponerme algo de ropa para estar más cómodo y después volveré…pero
que te quede claro, que tu castigo aun no termina, solo has tenido tiempo para
dormir –lo miré con los ojos bien abierto por lo que dijo, pero después
desapareció.
Sonreí triunfadora, sabía que Max odiaba cuando me ponía a llorar,
siempre me detenía cuando iba a suceder. Creo que acababa de encontrar una
forma de manipularlo.
Max volvió a los minutos después y estaba solo con un pantalón de deporte
color negro, pero no me dijo nada, fue directo al baño donde se quedó unos
minutos más para después volver a mi lado y nuevamente destaparme, me tomó con
agilidad entre sus brazos y me llevó en menos de un segundo a la bañera, donde
me dejó cómodamente.
Me tomó unos segundos salir de la sorpresa que me provocó el viaje a una
súper velocidad.
—Bien, báñate —dijo yendo hacia la puerta, pero solo moví un brazo y me
quejé. Él se volteó a verme con el ceño fruncido — ¿Qué te sucede ahora?
—Nada –dije tomando la esponja color blanco y pasándola por mi brazo.
Fruncí el ceño al sentir como mis músculos estaban en mí contra otra vez. Esto
había sobrepasado todo límite y realmente me faltaba tener más actividad física
para soportar a Max.
—Solo das molestias ¿te has dado cuenta de eso, Green? –dijo para
acercarse.
Lo miré confundida, pero él tomó sin pedir permiso la esponja y comenzó a
pasarla suavemente por mi piel.
—No debería estar haciendo esto, tú me sirves, no al contrario y además
tu comportamiento ha sido denigrante e irrespetuoso la noche pasada –enarqué
una ceja al escucharlo. Aun estaba muy furioso, aunque siempre se comportaba
así.
—Eres celoso –dije finalmente. Max me miró con esa expresión tan
desagradable que tenía, donde su arrogancia llegaba a niveles estratosféricos.
—No me gusta que toquen lo que es mío y ya sabes cuál es tu situación
sobre eso –rodeé los ojos. Siempre me repetía lo mismo, estaba cansada de
hablar sobre el mismo tema porque me deprimía saber que no tenía control de mi
vida.
—Yo no soy tuya –dije cerrando los ojos cuando pasó la esponja por mi
espalda. Esta tina era gigante y hermosa, muy cómoda para recibir las
atenciones de un vampiro que te estaba bañando.
— ¿Quieres empezar con lo mismo? mira que este dolor muscular que tienes
no será nada comparado a lo que puedo hacer contigo. Es para que te quede claro
que no puedes hacer lo que quieras –era una muy mala lección si él estaba
provocando que tuviera más orgasmos de los que tiene una mujer normal en una
semana –esa no es la idea –dijo molesto –es para que sepas que nadie conoce tu
cuerpo tan bien como lo hago yo… —rodeé los ojos, eso era una mentira — ¿Ah si?
–dijo pasando su dedo índice por debajo de mi pecho derecho. Cerré los ojos de
inmediato, menos mal que le estaba dando la espalda –a mi no me engañas Lizzie…
—me quise hundir en el agua al darme cuenta que el maldito se sabía mi cuerpo
como un mapa.
—Sí, seguro —le dije muy orgullosa y de forma irónica. Una cosa era que
me demostrara que era cierto, pero otra muy diferente era que yo lo aceptara.
—Ten cuidado… —dijo presionando mi pecho con su mano libre, de una forma
brusca. Me alejé de él al instante, no daba más, no podía tener otra sesión de
sexo con él.
Me quedé al frente de Max, apoyada en la tina, mirándolo con precaución.
—No quiero que me muerdas más en el cuello –dije sintiendo unas pequeñas
agujas en los lugares que había mordido.
—Eso lo decido yo.
—Te doy de mi sangre y además me acuesto contigo, me tienes amenazada y
encerrada aquí y has sido muy bruto conmigo, más de una vez –él frunció el ceño
levemente.
—Estas más altiva y segura –dijo analizándome –no creas que por tener más
sexo conmigo eres alguien privilegiada y me podrás dominar a tu gusto, eso no
pasará ni en tus mejores sueños y si intentas hacerlo…bueno, me encargaré de
dejarte en tu lugar –sonreí.
Me había dado cuenta de muchas cosas estos días.
—Estás equivocado, tú me has escondiendo información ¿crees qué no lo sé?
–Max se tensó de inmediato al escucharme.
—Lizzie —siempre me sorprendía que usara mi diminutivo, pero dejé esa
sensación de lado.
Me acomodé mejor bajo el agua y doble una rodilla para apoyarme. Decidí
pasar por alto la mirada lasciva que me dio Max.
—Gracias a lo que me escribió Teresa y a tu comportamiento estoy segura
que no eres el único que tiene poder aquí –él no me estaba escuchando porque
aun miraba mi pierna, que quedaba a su vista, la bajé para que se concentrara
–Y el Sr. Ezequiel me informó ese día de tu famosa presentación.
—Me está cansando escucharte —dijo ahora mirándome a los ojos.
—De verdad creo que influyo en ti y por eso no te puedes acostar con
nadie más y creo fervientemente que hay
algo más como para que Emily no quiera seguir estando contigo –lo dije, por
fin, tenía toda esa teoría armada desde que me pude alejar de Max con tanta facilidad
y él no pudo impedirlo.
—Me cansé de escucharte y ahora se me ha antojado un baño –dijo Max poniéndose
de pie y sacándose sus pantalones para quedar desnudo ante mí. Lo miré
asustada, él no podía pensar que yo lo haría otra vez ¿cierto?
—No, por favor estoy cansada.
—Me importa un comino, es mejor dejarte cansada y no seguir escuchándote
–se metió a la tina sin ningún problema, ni siquiera le importaron mis palabras
–eres una falsa puritana Elizabeth – se inclinó y tomó mi pie para acercarme a
él –ni siquiera tratas de escapar.
— ¡¿Cómo quieres qué escape si me duele todo el cuerpo?! –le grité
furiosa.
—Aun así, ni siquiera lo intentas –dijo sonriendo de esa manera tan
característica que tenía. Maldito pedante.
—No… —dije al notar como su mano lentamente recorría el interior de mi
muslo izquierdo, de esto no tendría escapatoria, se podía notar en su mirada
–entonces quiero arriba, así no me duele tanto –él rió.
—Nunca permito que una mujer tenga el control, en ningún ámbito –fruncí
el ceño. Max no tenía tacto para decir nada ¿en qué momento pude pensar que él podía
dejar de ser tan desagradable? –Está bien que comiences a comprender que no soy
un terrón de azúcar. Aun así no me gusta dejar las cosas a medias –dijo
sentándome sobre él.
Cogió el jabón líquido y embarró
sus manos con este para comenzar a recorrer mi espalda.
— ¿Qué estás haciendo? –dije cuando sus manos mi piel, lentamente,
causando que mi mente se nublara de apoco ante las caricias que me estaba dando
–detente… —esto no era doloroso para nada, ni un poco, pero no quería que él se
detuviera a tener este detalle. Él era malvado y no tenía que olvidarlo.
—No tienes que hacerlo –dijo al leer mi mente. Con él cerca no podía
tener nada de privacidad –solo estoy preparándote.
— ¿Para qué? –pregunté mirando como sus manos subían por mi cintura,
recorriendo mi abdomen y cubriéndolo con jabón hasta que sus manos cubrieron
las mías.
No me respondió, solo siguió en su misión. Lentamente recorría mi cuerpo
con jabón, no estaba usando la esponja, tan solo dejaba que sus manos
recorrieran mi piel, teniendo especial cuidado donde sus manos estaban marcadas
con cardenales por lo bruto que había sido anoche. Tomó mis manos y observó las
muñecas enrojecidas por el trato que sufrieron anoche.
No pude evitar quejarme cuando sus manos me rodearon para tomarme sin
dificultad alguna y girarme. En ese momento si me puse nerviosa, ya que no me
gustaba darle la espalda, no confiaba en lo que podría hacer.
Sin embargo, sus manos siguieron en lo suyo, sus dedos comenzaron a
ejercer la fuerza suficiente en mi espalda como si fuera un masaje lo que
estaba realizando. Fue inevitable relajarme hasta tal punto que me apoye en él,
contra su frío pecho.
Tenía tanto sueño y estaba tan cansada que mis ojos comenzaron a
cerrarse. No sabía si él estaba ejerciendo cierto poder en mí justo en este
momento, pero sus manos parecían terapéuticas, sabía justo donde tocar para que
me fuera tranquilizando. Sin embargo, no alcancé a quedarme dormida, no cuando
sentí sus manos colarse hacia mi entrepierna. Me tensé ante un posible nuevo
ataque suyo, pero gracias al cielo no fue así. Max me había dejado bastante
maltratada y estaba hiper sensible.
Volví a relajarme y a tratar de relajar mi corazón, era el único que
latía desbocado por el masaje de aquel Monstruo. Aunque mis manos se aferraron
a sus muslos cuando sentí sus labios sobre mi cuello, pensando que me iba a
morder, pero solo me besó.
Me quedé helada.
Max jamás me daba ese estilo de tratos y sentirlo de esa forma solo me descolocó.
—Muy bien —dijo él empujándome bruscamente hacia adelante y poniéndose de
pie –puedes seguir tú sola.
Salió de la tina y tomando una toalla blanca escapó del baño, dejándome
atónita.
¿Era idea o mía o estaba manipulando a Max sin siquiera proponérmelo?...su
comportamiento se estaba transformando, realmente todo se estaba saliendo de lo
establecido. Aun me estaba dando vueltas en la cabeza mi actitud el día de
ayer, cuando casi lo besé al frente de las chicas, sabía muy bien que esa había
sido yo, no me servía de excusa acusar a Max porque tenía muy claro que
mientras yo estuviera enojada con él, no me podría manipular.
Mejor dejaba eso de lado.
Salí del baño y fui hasta el guardarropa, solo tomé unos jeans y una
camiseta a tiras, me quedé con unas cómodas pantuflas.
Me dirigí hacia la cocina y pude notar que Max estaba mirando televisión,
el noticiero…de la noche. Recién cuando vi a través de las ventanas supe que estaba
anocheciendo y no amaneciendo como había pensado. Dios santo, esto se había salido
de control.
Me fui a sentar sin hablarle a Max, levanté la bandeja que había en la
mesa, mi estómago sonó al notar lo rico que se veía ese plato con puré de papas
y trozos de carne, además de la copa de vino. Me senté quejándome un poco,
parecía una anciana, era atroz.
Casi me devoré mi cena, estaba muerta de hambre y esa comida estaba
exquisita. Miré de soslayo que al lado de Max estaba mi bolso de anoche.
Rápidamente llegué hasta ahí para tomar mi bolso y ver mi celular, de
seguro mis amigas me habían llamado.
—Alto —dijo él sujetando mi bolso y sacando mi celular. Lo quedé mirando
sorprendida.
— ¡Deja eso ahora mismo! –traté de quitárselo, pero él se puso de pie y
miró la pantalla, además de presionar algunos botones.
—Solo tienes un mensaje de Nathalie, diciendo que debo tenerlo bastante
grande para que vuelvas corriendo hasta aquí –dijo arrogante.
Me puse roja como un tomate, pero lo ignoré y decidí que mejor era salir
de ese lugar.
— ¿Qué te sucede ahora? –negué. No sé si era por ser un vampiro o
simplemente por tener huevos, porque los hombres eran unos idiotas cuando
querían.
—Oh lo siento –dije irónica –usualmente tengo sexo toda la noche con
alguien y espero que al otro día sea un patán…nada más, no dudo por qué te
dejaron la última vez –me dirigí hacia la habitación y me quedé sentada en la
cama, pero ni siquiera pasó un minuto cuando Max irrumpió en ella, mirándome
furioso.
— ¿De dónde sacas esas cosas? –rodeé los ojos.
—Manipulaste mi mente un vez y me hiciste tonta respecto a tu identidad
una vez –dije poniéndome de pie –pero no soy estúpida, tienes un serio problema
con las mujeres.
— ¿Quién te has creído? –tenía muy fruncido el ceño.
—Ahora me insultarás y debería quedar herida por ti, pero no Monstruo, yo
no soy como tú crees –dije sonriendo, altanera porque había soportado tratos
peores en el pasado –no me puedes herir porque para que eso ocurra dicha
persona debe sentir algo por la otra y tus comentarios no valen ni un centavo,
no eres más que un vampiro tratando de jugar a ser malo ¿crees qué no me doy
cuenta? –No fue capaz de responderme –Thomas, Tara, tus padres, todos ellos
repiten que eres bueno, que no eres lo que parece…incluso James, él ya me habló
de ¿Úrsula no? –fue increíble como cambió su expresión, lo que me hizo sentir
un dolor en el estómago –solo debería quedarte claro que no me tienes que hacer
de mí lo que te hicieron a ti, ni siquiera te conozco Max —si él hería, yo
igual podía.
—Contradictorio ¿no? –Dijo serio — ¿has terminado con ese pequeño
discurso? –Fruncí el ceño –porque quiero que te quede claro una par de cosas. Primero,
no has estudiado psicología para que comenzar a psicoanalizarme, solo eres una
simple secretaria. Segundo, para los padres no hay ningún hijo malo como
tampoco para las personas que ganan dinero por sonreírle al jefe y por último,
jamás, pero jamás vuelvas a nombrar a Úrsula de nuevo porque de verdad me verás
enojado y no te quedará ninguna duda de quién soy –me miró tan inexpresivamente
que un escalofrió recorrió mi espalda –y como adelanto, te digo que no volveré
a soportar una falta de respeto como la de ahora, no sé si no te ha quedado
claro Elizabeth, pero tú estás al mismo nivel de Thomas o Tara, te tratarán
diferente pero tú no eres más que una empleada para mí…y podré soportar tus
arrebatos, pero debes entender que puedo reaccionar a ellos tan fácil como me
sería romperte un brazo, quiero que te quede claro que lo único que se espera
de ti es obediencia. No veas cosas donde no las hay, ayer demostraste que solo
eres una mujerzuela que se mete con quien la caliente un poco.
Hice mis manos un puño, sin poder creer todas las cosas que tenía que
soportar por su culpa.
—Eres un maldito, jamás obtendrás nada, que te quede claro, te lo dije el
primer día y te lo digo ahora…te respeto tanto como respeto a mis padres —él
sonrió despreciablemente.
—Jamás he esperado nada más que obediencia de tu parte…y a diferencia de
ellos, yo si la obtendré, mi paciencia es limitada si no lo has notado
–desapareció tan rápido como dijo lo último, dejándome sola.
Corrí a ponerle seguro a la puerta y me fui a meter a la cama, sintiendo
como mis lágrimas caían por mis mejillas, furiosa por tener que soportarlo y
peor aún por haber guardado una pequeña esperanza de que no fuera un bastardo.
Ohhhhh.....
Bueno, Max sigue comportándose de esa forma, aunque quiere parecer el malo... y en cierta forma lo es.... Espero que Lizzie aprenda pronto a controlarlo a él ;)
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Ahg Máx sigue siendo un perro degenerado! Empiezo a recordar cosas de la historia! >.< voy muy lento jajaja xD no había podido leerte, espero que ahora que termine mi Universidad si pueda :D
ResponderEliminarReiteró, tu historia es genial! Me encanta :D
Olvide la justo con la famili, recuerdo el final de la familia, pero no el problema /-\ jajaja
Recuerdo retazos,
Uhhhh el baño jijijiji que rico baño jijijijij
Con el cambio de nombres no sé quien es quien pero simplemente me sigue encantandooooo jijiji /-\
Ains! Tengo sentimientos encontrados!
ResponderEliminarEste constante estira y afloja entre ellos me causa conflicto... en fin todo es increíble!
Me encantan!
Besos!