“Acción y Reacción”
Me bajé del taxi, miré la hora, las nueve con cuarenta y cinco minutos,
sonreí. Le pagué al conductor y me fui a la casa de Sophia con mis bolsas,
había tenido tiempo de ir al supermercado y comprar algunas cosas para comer.
Lo necesario para pasarla bien.
Toqué el timbre y de inmediato se sintieron los tacos de alguien para
después ver la expresión sorprendida de Sophia.
— ¡Sorpresa! –grité levantando las bolsas.
— ¡Pensé que no ibas a venir! –dijo abrazándome y dando saltitos.
—Era mentira, solo una sorpresa que les quería dar —si, sorpresa es lo que
iba a tener yo si esto salía mal.
—Vamos, las chicas están en la sala –dejé mi abrigo en el perchero y
pasamos por el pasillo, al final de este me encontré con Jennifer y Nathalie
mirando hacia nosotras. Nathalie saltó como un resorte y se lanzó a abrazarme.
Ahora llevaba su cabello negro azabache corto, con una moderna melena;
era la más alta de las tres y las que más se preocupaba de lucir siempre bien.
—Eres una malvada Lizzie Green ¡estás viviendo con un millonario y no me
dijiste nada! –Dijo separándose de mí –qué bien que has llegado…y qué vestido
–dijo mirándome.
Había elegido uno de los que había en el armario. Era lindo, realmente me
gustaba, me tapaba con suerte el trasero, aunque estaba siendo exagerada.
—Eres otra….me agrada –tenía que aprovechar de comportarme como no lo “tenía
permitido”, ya que estaba segura que después de salir esta noche, con suerte
podría ir a trabajar la otra semana, Max se pondría pesado y quizás me querrá
dejar dentro de una jaula.
—Te ves divina –dijo Jennifer abrazándome –que hermosos tus zapatos –eran
negros y abajo eran de color rojo oscuro –Estás…atrevida ¡me gusta! –dijo
aplaudiendo.
Sophia se encargó de las cosas que había traído y las puso sobre la mesa,
donde las chicas tenían más picadillos.
— ¿Cómo está Robín? –dije un tanto triste, no lo veía hace miles de meses
y lo extrañaba.
—Lo dejé llorando, quería venir conmigo, pero le dije que solo era una
salida entre chicas y que no estaba invitado, además agregué que nadie aquí lo
quería –sonrió traviesa –también te extraña, ambos lo hacemos.
—Pero si han estado trabajado y trabajando –dije con bastante seguridad,
era verdad, ellos estaban absorbidos por su club.
—Sí, lo sé, pero tú también has estado desaparecida.
—Cogiendo y cogiendo –dijo Jennifer riendo. Sophia y Nathalie se
partieron de la risa, pero yo ni siquiera sonreí a lo que dijo.
—Eso es tan cierto como decir que Jennifer solo ha tenido a Arthur en su
cama.
—Oh...touché –dijo ella sonriéndome.
— ¡Muy bien! –Dijo Nathalie poniendo orden –necesito detalles y sabes que
no son los que Sophia ya me dijo, de cómo te conoció y blah blah blah.
— ¿Soy la única qué no es una pervertida como ustedes? –las tres miramos
a Sophia.
—No –dijo Nathalie –tú eres la única que se hace la tonta al respecto
–dijo riendo.
Le tomó unos segundos calmarse y lo hizo bastante ya que su mirada se
volvió más seria.
—Las chicas dijeron que se ve posesivo Lizzie ¿en qué andas? –miré a mis
otras amigas, ella no me habían dicho algo parecido.
Traidoras, me dejaban con Nathalie para esos temas, ella iba siempre
directo al grano y no le importaba que te diera una apoplejía por la sorpresa.
—No ando en nada, estoy viviendo con Max.
—Lizzie ¿relación abierta? ¿Tú?...no quiero escuchar que tienes un
trabajo doble y uno es aquel más antiguo que este planeta –fruncí el ceño.
—Estoy sorprendida de lo que estás diciendo –mi expresión se endureció
–no soy la puta de nadie Nathalie, no me agrada lo que dices.
—Solo tenía que asegurarme.
— ¿Es qué no creen que alguien como Max se fije en mí? –las tres se
miraron entre ellas –Oh…ya veo, pero que buenas amigas.
—No nos malinterpretes –dijo Jennifer –es todo lo contrario –fruncí el
ceño sin entender.
—Nos sorprende que a ti te haya atraído alguien como Max.
— ¿Qué tiene él? –Nathalie enarcó una ceja. Bebí un poco de mi trago para
lo que venía.
—Es millonario, hijo de tu jefe y por lo que he escuchado, es un mandón…
¿quieres qué te recuerde por qué te fuiste cuando tuviste la oportunidad de
escapar de tu papá?
—No quiero hablar de eso, no me agrada…están equivocadas –Dios santo,
tengo que aprender a mentir mejor, las chicas pronto descubrirían todo si no
tenía cuidado.
—No te hemos escuchado decir que estás enamorada –dijo Sophia.
—Vamos de a poco, es muy persuasivo por eso me fui a vivir con él.
—Tú no eres una chica para una relación abierta Lizzie –dijo Nathalie.
—Oh…muchas gracias, de verdad atiné en venir aquí ¿no creen?
—Tú podrías sentir algo hasta por un psicópata si este te da un poco de
cariño —tragué saliva nerviosa, no me gustaba por donde iba esto –estamos
siendo buenas amigas Lizzie, no queremos que salgas herida.
—Jamás hemos conocido a alguien con quien desees ir tan en serio –dijo Jennifer
–y ahora ¡boom! Vives con Max, sin decir ni pío –miré a Sophia por un poco de
ayuda, pero ella solo miraba, como una jueza dentro de un hermoso vestido
marfil, ajustado.
— ¡Ey! –Dije mientras ordenaba mis ideas –basta con esto ¿sí?...ya soy
grande, me sé cuidar sola.
—No todo es malo –dijo Sophia de repente, la miré curiosa –Lizzie sube
sola los ascensores ahora –dijo mirando a Nathalie. Esta abrió los ojos
sorprendida para después enarcar una ceja.
—Dicen que los miedos se curan con el tiempo o en un segundo, ¿Qué
hiciste en el ascensor que ya no les temes? –de inmediato me sonrojé, siendo
descubierta, ya que las chicas comenzaron a reír.
— ¡Por favor que no sea en el que me subí hoy! –Dijo Jennifer –apoyé mis
manos en la baranda —Negué avergonzada.
— ¿De qué hablaban antes que llegara? Porque se están centrando solo en
mí, de seguro estaban muy aburridas –dije tomando otro poco.
—En realidad, de ti —Nathalie me miró preocupada.
—Ah genial –dije tomando otro poco.
—Solo estamos preocupadas —dijo Sophia –estás triste y a veces ni
siquiera nos escuchas cuando estamos juntas –miré a Jennifer y ella asintió.
—Quizás Lizzie —dijo Nathalie –eso de la relación abierta te está
afectado porque estoy segura que fue idea de él, tú no sales ni te relacionas
con otros chicos, quien saca ventaja de ese acuerdo es Max ¿o me equívoco?
–tragué saliva nerviosa, esto estaba saliendo mal.
No debí venir.
—Estás equivocada, hoy he salido y me puedo ir con quien yo desee, puedo
elegir a cualquier chico que me guste y listo, sin ataduras ni remordimiento
por Max.
—Bien —dijo Nathalie desafiante –alguien me dio cierta tarjeta que nos
hará entrar a uno de los club más conocidos, al Lucifer y sin duda habrá un chico guapo que se interese por ti y tú
por él, demuestra lo que dices Lizzie —me puse de pie y estreché su mano.
—Hecho –Nathalie sonrió.
—Hecho.
Después de haber hablado otro tiempo de Max, distraje olímpicamente a
Sophia solo pronunciando el nombre de Damien; así cada una de las chicas
comenzó a hablar de cómo iban con sus parejas, pero no ponía mucha atención a
lo que ellas decían. Estaba nerviosa, dudaba que Max fuera al Lucifer, la otra vez escuché que no le
agradaba porque había demasiado movimiento, James estaba en el departamento y
estaban hablando de distintos clubes de Chicago, mientras yo comía en silencio,
en el sofá, mirando televisión.
—Bien –dijo Nathalie poniéndose de pie. Buscó su teléfono y llamó a
alguien –el taxi llega en cinco minutos, prepárense –cogí mi abrigo y mi bolso.
— ¿Estás segura que podremos entrar? –dije mientras las chicas se
arreglaban.
Miré mejor a Jennifer, se veía espectacular con un vestido blanco, sin
tiras, que se ajustaba solo hasta un poco más debajo de sus pechos para después
caer libremente, tenía un estampado de flores negras, realmente un vestido
hermoso.
El de Sophia era color marfil, tenía un escote estilo halter, dejando libres
parte de su espalda y hombros, daba la ilusión de que tenía un collar con
pequeñas piedras a tono con el vestido, pero eran parte de este, se veía guapa.
Nathalie siempre sobresaliendo, ella se veía como una modelo con su
minivestido rojo, no estábamos muy distanciadas respecto a qué altura llegaba
su vestido con el mío, tenía varios pliegues la hacían ver espectacular.
Antes que saliéramos, pasé al baño y me miré mejor. Me había gustado este
vestido, no lo había elegido pero estaba en mis gustos. Era negro, tapaba parte
de mis hombros con una tela color negro, transparente, luego se ajustaba hasta
mis pechos y caía hasta llegar un poco más abajo que mi trasero, tenia
distintos diseños bordados de color plateado, era lindo.
— ¡Lizzie! –gritó Sophia.
Salí directo para correr al taxi que nos esperaba afuera. Sonreí, esto
sería entretenido y saldría invicta, tenía que ser positiva, recién eran más de
las doce y mi celular lo tenía cerca, si algo malo pasaba Max me llamaría
indignado para saber dónde estaba su nevera, así que por ahora todo iba según
mi plan.
Fuimos bromeando todo el tiempo que duró el viaje, me senté al lado del
conductor y lo incluimos en nuestras bromas, incluso nos hizo un descuento
cuando llegamos.
Salí del taxi con dificultad y miramos el club, era increíble, como un
mini castillo.
—Muy bien, vamos –dijo Nathalie.
Miré y vi que había una fila eterna, suspiré y me dirigí hacia ella, pero
Nathalie me tomó del brazo y fuimos directo hacia el guardia gorila que había
en ese lugar, luego de avanzar un poco más, noté que habían dos gorilas detrás
del que vi primero o quizás ya estaba viendo triple, la brisa no me había
ayudado.
— ¿A dónde van ustedes, señoritas? –dijo uno de ellos.
—Bueno ¿Dónde más crees que vamos, guapo? –le dijo Nathalie, él sonrió y
negó, de seguro no éramos las primeras que lo trataban así, pero Nathalie le
mostró una tarjeta dorada y solo hizo que se nos abrieran la puerta del cielo
–tú y tus amigos llámenme, puede que necesite gorilas como ustedes en un tiempo
más –dijo dándole su tarjeta.
—Excelente —dijo el guardia para después irnos de ahí y entrar al
castillo a bailar, gracias a Dios ser cenicienta en el siglo XXI me daba un
horario extendido hasta las tres de la mañana.
— ¿Qué le has mostrado? –pregunté a Nathalie subiendo el tono de voz
porque ya la música se escuchaba fuertísima.
—Mi tarjeta de socia en el club “Portal” –la miré sin entender –No hay
nada más que personas con un poco más de dinero, con Robín entramos ahí solo
para ver si conseguíamos mejorar nuestros negocios.
— ¿Tengo una amiga millonaria? –ella sonrió.
—No a tal extremo, solo ha sido una muy buena cosecha este año –dijo
sonriendo. Negué aliviada de ya poder estar adentro, lo dudé por un momento.
Nos fuimos a sentar con las chicas a unos sofás que había y me quedé
cómodamente ahí, esperando a que el alcohol pasara un poco, pero no pude seguir
ahí por mucho tiempo.
En menos de un minuto me vi sola, a mis amigas la vinieron a sacar a
bailar y ellas felices fueron para moverse un poco.
— ¿Y tú? –Levanté la mirada y un chico muy guapo me estaba mirando –te
han dejado sola en menos de un minuto, así que me veo en la obligación de
sacarte a bailar –sonreí al ver su sonrisa. Era muy guapo.
Su sonrisa blanca y coqueta iba dirigida a mí, al igual que sus ojos
verdes. Su cabello negro estaba completamente desordenado. Se veía atractivo
con ese suéter con anchas rayas que iban entre colores azul cobalto y negro.
Con esos pantalones también oscuros, si, ese chico era muy guapo.
—Así que vienes por obligación –dije enarcando una ceja.
—Estoy encantado de cumplir mi obligación como Caballero, pero ¿Cómo se
llama la damisela en apuros? –sonreí sin poder evitarlo.
—Dime solo Lizzie –estiró su mano para que yo la tomara y lo hice
encantada.
— ¿Y este príncipe? ¿Tiene nombre?
—Noah.
—Encantada Noah — ¿era idea mía o estaba coqueteando? Sonreí sin darle
mayor importancia.
—No, el gusto es completamente mío –bajamos los escalones para avanzar un
poco más y llegar a la pista, quedamos cerca de Nathalie que me miró moviendo
las cejas sugestivamente al ver a Noah.
— ¿Y qué haces? –me preguntó mientras de fondo sonaba una canción de Rihanna.
—Bailo –me comencé a mover al ritmo de la música –Soy secretaria en Blake
Ltda. ¿Y tú?
—Manejo computadores…soy parte de una pequeña empresa –enarqué una ceja,
no estábamos en un lugar donde hubieran pequeñas empresas, creo que con Sophia,
Jennifer y yo, éramos las peor pagadas del lugar –bueno…quizás no tan pequeña.
—Wow…te llamaré para cuando se arruine mi computador –dije riendo. Él me
sonrió y siguió bailando.
Cogió mis manos e hizo que diera media vuelta quedando el detrás mío y
siguió moviéndose, pero con agilidad volví a quedarme al frente de él. Estaba
roja como un tomate, además que el alcohol estaba haciendo su efecto aun. Noah
me miró coqueto y volvió a tomar mi mano para acercarme más él.
—Te estás escapando —dijo más cerca de mi oído. Mi corazón comenzó a
latir rápidamente, este chico me ponía nerviosa, me agradaba.
¿Por qué no podía beber mucho sin tener consecuencias como lo hacían mis
amigas?
—No lo creas —dije moviéndome, cerrando los ojos para evitar
desconcentrarme con ese rostro, era demasiado guapo.
¿Por qué tenía esta mala suerte? ¡Odiaba a Max Blake!...debí venir aquí
primero hace semanas atrás.
Con Noah seguimos bailando, hasta que él se ofreció traerme un trago, el
cual acepté encantada porque estaba muerta de sed.
—Wow —dijo Nathalie dejando de bailar con otro chico para llegar a mi
lado — ¡relación abierta, relación abierta! eso es justo lo que necesitabas
ahora mismo, es tu oportunidad –fruncí levemente el ceño.
— ¿De qué hablas? ¡Ve a bailar! –dije sin entenderla.
—Que puedes estar con ese chico tan guapo y no habrá culpa, no te digo
que te vayas a la cama con él, pero diviértete –dijo Nathalie animándome –Bien,
me voy con las chicas –la miré asustada –a sentarme, estoy muerta.
—Está bien.
—Hola –dijo Noah llegando a donde nosotras, saludó a Nathalie. Ella lo
saludó para después irse rápidamente – ¿es tu amiga?
—Sí, una bien loca –él sonrió y me entregó un vaso con un trago rosado.
—Te va a gustar, refresca –bebí un poco y era muy helado, no tenía idea
como se llamaba pero era rico — ¿Quieres irte a sentar? –le pasé mi vaso con
rapidez y busqué mi bolso pequeño que llevaba cruzado, tomé mi celular y miré
la hora, eran un poco más de las dos de la mañana. Sonreí, aun tenía tiempo.
—No, mejor sigamos bailando.
—Muy bien entonces.
Estuvimos bailando por un largo tiempo más, me bebí bastante rápido el
trago porque estaba muerta de sed, sabía que se iría a mi cabeza más rápido de lo
pensado, aunque estuviera bailando.
Ahora ya no bailaba tan alejada de Noah y él no perdía el tiempo tampoco,
así que sentía como su rostro estaba apoyado contra el mío. Cerré los ojos
tratando de concéntrame para analizar todo esto.
Yo no era de las que hacía este estilo de cosas cuando salía, pero Noah
era…era algo extraño, además no tenía porque sentirme mal por Max, él no era
nada mío, además hacía cosas peores que estar bailando y coqueteando con
alguien.
Mis pensamientos sobre Max se fueron al infierno cuando sentí como los
labios de Noah pasaban por mi mejilla, yendo a buscar mi boca y lo decidí. Me
alejé unos centímetros de su rostro y lo quedé mirando sonriendo, para después
empinarme y besarlo directamente.
Noah dejó sus manos en mi cintura, acercándome más a él. Apoyé mis manos
su cuello para acercarlo más y debo decir que sus labios eran increíbles, no
eran fríos ni demandantes, eran calientes y atrayentes. Pasó su lengua por mi
labio inferior y no me negué. El beso se intensificó, haciendo que mi sangre
corriera más rápido, me empiné un poco más, sorprendida por cómo se sentían sus
labios.
Él se alejó un poco y se llevó entre sus dientes mi labio inferior, solo
un poco. Me alejé y lo miré sorprendida, eso sin dudas se había sentido bien,
pero todo se arruinó cuando sentí un escalofrió recorrer mi espalda y
automáticamente mi mirada se fue hacia detrás de Noah.
Podía ver como una mirada se encontraba con la mía, exactamente unos ojos
rojos, que estaban a varios metros de distancia, mirándome furiosos.
Mierda.
Miré a Noah al saber que quizás Max le podría hacer algo.
—Creo que he sido recompensado por salvarte —me sonrió dulcemente, pero
descubrió que algo estaba mal — ¿Sucede algo?... ¿Qué?
—Me tengo que ir –dije rápidamente y le di la espalda para dirigirme a
donde estábamos para sacar mi abrigo, pero Noah sujetó mi mano y evitó que
diera otro paso.
Podía ver como desde atrás Max comenzaba a avanzar hacia nosotros.
—Tu nombre —miré sus hermosos ojos verdes y luego miré a Max.
—Me tengo que ir, me llamo Lizzie Green –dije para soltarme de su mano e
ir corriendo donde las chicas que estaban cómodamente sentadas y conversando,
las tres sonrieron al verme –Wow…ha sido genial pasar tiempo con ustedes pero
muero de cansancio así que me voy a tener que ir no se preocupen ¡adiós! –tomé
mi abrigo y no sé si me habrán escuchado porque hablé demasiado rápido, pero salí
de sus vistas antes que se pusieran de pie y me detuvieran.
Comencé a pasar por entre la gente que venía, hasta que sentí casi al
final del pasillo para salir, que me tomaban con fuerza del brazo, haciendo que
me quejara por la brutalidad de dicho agarre. Incluso sentí que me levantaba
unos centímetros del suelo.
— ¡Suéltame! –le grité a Max, pero él solo me dio una mirada para
quedarme callada.
Comenzó a avanzar conmigo hasta que traspasó la puerta y avanzamos por
una calle que desconocía.
—Son todas iguales –por lo que alcancé a escuchar dijo eso ya que no
estaba segura porque realmente iba detrás de él, casi siendo arrastrada.
—Max, me duele –él se volteó y tomó mi rostro con una mano y me quedó
mirando con sus ojos rojos.
— ¿No te dolió cuando te mordieron el labio? yo te enseñaré lo que es
dolor Elizabeth –me estremecí de miedo cuando dijo eso.
Siguió caminando, llevándome del brazo bruscamente.
— ¡Para Max! ¡Por favor!
— ¡Cállate Green o sino pagarás en este mismo lugar lo que has hecho! —
¿lo qué he hecho? Pero si no hice nada malo.
Giramos en una esquina y llegamos al auto negro. Abrió la puerta del
copiloto y me lanzó hacia dentro, provocando que me golpeara con la palanca de
cambio. Me traté de acomodar, pero Max ya estaba manejando, doblando en otra
esquina, haciendo que me moviera de nuevo y quedara toda incómoda sobre él.
— ¡No tan rápido! –dije cuando encontré equilibrio para poder sentarme
mejor. Con rapidez puse el cinturón de seguridad — ¿Qué demonios, Max? –él no
me contestó, solo miraba hacia adelante y manejaba como un loco, por su mirada,
estaba demasiado enojado, más que todas las veces que lo había visto antes, si,
incluso cuando me mordió y me lanzó contra ese maldito pilar, la noche de la
fiesta Masquerade —¡Max!
—Cállate o tu ofensa será aun más grave –dijo mirándome de tal forma que
me sentí pequeña y me quedé callada por el resto del viaje.
Llegamos al edificio y Max le arrojó la llave al chico encargado del
estacionamiento. Salí rápidamente para adelantar a Max, en realidad salí corriendo
hacia el ascensor y llegué primero, estaba muerta de miedo.
Tenía el estómago hecho un nudo mientras subía, hasta que las puertas se
abrieron. Estaban todas las luces apagadas, solo la del ascensor me protegían,
irónico siendo que le temía a esta caja de metal.
Mi corazón saltó de miedo, aun más, pero decidí hacer lo que mejor podía
hacer en este momento. Correr.
Me fui directo a la habitación o eso era lo que yo pensaba hacer ya que
alcancé a correr un par de segundos cuando sentí que era estampada contra la
pared.
—Te dije que no salieras esta noche –tenía su mano en mi cuello, levantándome
unos centímetros del suelo. Apenas podía afirmarme.
—M...ax –tosí porque me estaba apretando demasiado –para.
— ¿Es qué no entiendes que yo soy más fuerte que tú? ¿Ah? –dijo
presionando más fuerte, pero cuando creí que me iba a desmayar por su agarre,
me soltó, haciendo que cayera en el suelo.
Respiré con rapidez, como si todo el oxígeno del mundo no bastara para
llenar mis pulmones.
Max tomó mi brazo y me levantó bruscamente. Comenzó a avanzar, di un
suspiro cuando noté que pasamos de largo la habitación donde yo me quedaba, por
lo menos no tendría que preocuparme del sexo…o eso pensé en dicho segundo.
Max de una patada abrió la puerta de su habitación y sentí que
literalmente me arrojó a la cama, incluso sentí que hasta volé un poco. Sobé mi
brazo derecho que estaba adolorido por el trato de Max.
—Te voy a dejar en claro, que eres solo mía y que ni siquiera puedes
tener a otro hombre en tu cabeza Elizabeth –fruncí el ceño.
— ¡Tú eres él que se tira a quien tenga un poco de sangre en sus venas
maldito chupasangre! –dije gritándole a la oscuridad porque todo estaba muy negro.
Max tomó mi rostro por mi mandíbula y me miró directo a los ojos, muy
cerca, podía ver con claridad esas esferas rojas.
—Ya me cansé de que no sigas mis órdenes, te di una hoy y me has
desobedecido.
— ¡Maldito! ¡No eres mi padre! –ni siquiera a él le daba importancia.
—No, claro que no, soy mucho más que eso, soy tu dueño, eso te debería
quedar claro y hoy me aseguraré de ello.
— ¡Max, suéltame! –Dije tratando de empujarlo, pero solo me hacía daño en
el rostro ya que ni siquiera lo movía — ¡No puedes comparar un simple beso a tu
comportamiento! –lo miré fijo a sus ojos y solo le refregué lo que vi cuando
entré a su oficina hace días atrás, lo que paso entre Emily y él.
Mis ojos se llenaron de lágrimas porque al ver aquello Max solo me
refregó en mi cara que solo estaba siendo utilizada, que había perdido todo en
mi vida por su culpa y por algo que ni siquiera valía la pena.
—No saldrás de aquí hasta que te quede claro quién manda Lizzie y bien,
por esta única vez ganarás en algo, pero tendrás que atenerte a las
consecuencias –fruncí el ceño sin comprender lo que sucedía –no me gustan los
condones, por lo tanto —abrí mis ojos sorprendida.
¿Qué demonios estaba tratando de decir? Eso no tenía que resultar en
realidad porque Max solo se estaría acostando conmigo y eso no me ayudaba, ya
que…bueno, él agotaba mis energías.
—Como ahora no te puedo dejar sola porque te puedes escapar a revolcar
con quien quieras, tú serás mi única diversión por las noches, no me acostaré
con más humanas o vampiras.
—No —esto no tenía que resultar así ¡no! –solo déjame tranquila.
—Date vuelta –dijo liberando su agarre de mi rostro.
—No, Max yo no…
— ¡Gírate ahora mismo! No tendrás ni las ganas de pensar en otro después
de esta noche –al ver que no me movía Max me tomó de los hombros y me hizo
girar con rapidez.
Dejó su mano en el principio de mi
vestido, por atrás, y lo rompió hacia abajo para después sacarlo y tirarlo al
suelo. En menos de tres segundos me dejó solo en ropa interior y zapatos.
—Tus manos hacia atrás —me giré para encararlo, yo no iba hacer esto,
pero Max siempre adelantándose a mis pensamientos, me tomó las manos y la llevó
hacia atrás para envolverlas con un pedazo de tela, que supuse que había sido
el que saco del vestido –estás lista… —dijo tirando levemente de la tela, me
tenía atrapada –espero que después de esta noche no vuelvas a desobedecerme.
Su tono de voz había cambiado por completo, me dejó sola por un segundo,
lo que sirvió para poder ver como abría las cortinas, dejando que entrara la luz
de la noche por la ventana.
Tragué saliva nerviosa al recordar lo que hizo. Me hizo volver a verlo
con su agarre en mi mandíbula, pero no quería hacerlo, bajé la mirada,
completamente frustrada, pero Max me empujó con su cuerpo hasta quedar
recostado sobre mí. Ya no llevaba esa camisa.
Su piel chocó con la mía e hice caso omiso al hecho de que mi cuerpo
comenzara a arder de inmediato. Atrapó mis labios en los suyos y entró en mi
boca con su fría lengua para encontrarse con la mía, cerré mis ojos y como
siempre que pasaba me rendí a sus besos, como odiaba cuando me besaba porque
era la forma que me dejaba indefensa.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y mientras seguía respondiendo su beso,
sentí como esas lágrimas comenzaban a caer hacia los lados. Max con sus manos
secó de inmediato todo rastro de ellas.
—No llores –dijo enojado –no me agrada –lo miré suplicándole para que
todo esto terminara.
—Déjame Max, por favor, basta con esto —él me quedó mirando unos
segundos.
—Ni en tus mejores sueños pasará eso –se acomodó entre mis piernas,
mientras apoyaba su frente junto a la mía.
—Mis muñecas —dije quejándome, me dolía ese amarre, pero Max no me tomó
en cuenta, sino que fue pasando una mano por mi abdomen mientras empujaba su
pelvis contra la mía, aun estaba con sus pantalones y podía sentir su erección.
Cerré mis ojos nuevamente y sin poder controlarlo mi espalda se arqueó
solo un poco. Respondía tan fácil ante él. Esto habría sido otra historia si
solo me hubiera conquistado.
—Pareciera como si solo intentaras llegar a esto ¿no? –Por su tono sabía
que seguía enfadado, me hablaba con recriminación –no eres más que una zorra
–dijo con ese mismo tono.
Lo miré sorprendida por lo que me estaba diciendo.
— ¿No te das cuenta que has sido solo el único con quien me he acostado,
Idiota? –lo que decía era estúpido, no tenía ningún argumento.
—Son todas iguales –dijo mientras sacaba mi sujetador.
—Pobre Max –dije irónicamente, mientras cerraba los ojos, al sentir que
atrapaba mi pecho con su mano y tomaba mi pezón con su boca segundo después –De
seguro alguna mujer te dejó traumado ¿no?...pobrecito –volví a decir, pero él
mordió con fuerza haciendo que un grito saliera de mi boca.
—Pobre Elizabeth —respondió mientras metía su mano bajo mis bragas, haciendo
que mordiera mi labio inferior al sentir como introducía su dedo en mí –que no
tiene familia a la cual aferrarse –lo miré enojada cuando dijo eso — ¿Crees que
no sé lo que pasa? –gemí al sentir como movía su dedo, para después introducir
otro y hacer que escapara un gemido más alto mientras comenzaba a mover mis
caderas hacia él.
Maldito Max que provocaba esto en mí.
—Cállate… —dije tratando de encontrar algo de oxígeno para que me
tranquilizara. Tomó mi ropa interior y la rompió para lanzarla lejos, dejando
mi piel ardiendo en cada roce que tenía sus manos con ella.
Se acomodó entre mis piernas y luego en lo único que pude estar
concentrada era su lengua que jugaba con mi clítoris, provocando que mis
caderas fueran a su encuentro, causando que mi vientre comenzara a arder por el
placer que Max me estaba dando. Sintiendo como casi iba llegar a mi orgasmo, él
se alejó de mí dejándome insatisfecha.
—Eso lo veremos –dijo leyendo mis pensamientos.
No me dio tiempo de decir nada, ya que tomó mis caderas e hizo girarme,
dobló mis rodillas y se aferró a la tela que quedaba libre en el amarre de mis
muñecas. Si no fuera por mis manos ahora estaría sobre mis cuatro extremidades.
Estaba completamente expuesta a él. Apoyé mejor mi cabeza en la almohada
y escuché como Max se desabotonaba su pantalón para después bajar la
cremallera. Gemí al sentir como su erección recorría mi clítoris.
—Estás…estás jugando —moví mis caderas, me odiaría mañana por esto, como
siempre lo hacía.
—No creo que estés muy consciente mañana –abrí mis ojos asustada, pero ya
era tarde, Max se introdujo en mi interior y tiró de la tela del agarre en mis
manos para levantarme un poco y después hacerme caer.
Esto había dolido, pero sentirlo dentro de mi cuerpo había opacado la
sensación de dolor en mis manos. Cerré mis ojos con fuerza al sentir como se
introducía un poco más para quedar por completo en mi interior. Era tan grande.
Hice mis manos un puño al sentir como Max se comenzaba a mover
lentamente, salió por completo para después volver a penetrarme de forma
violenta, pero eso solo estaba provocando que los latidos de mi corazón
estuvieran en mi cabeza, que mi centro se humedeciera aun más por lo que estaba
haciendo ese maldito Max con mi cuerpo. Moví mis manos tratando de encontrar un
poco de contacto con sus manos, pero me era inútil.
—Solo has estado provocándome –dijo entrando con fuerza, provocando que
gimiera bastante alto. Ni siquiera fui capaz de entender lo que me estaba
diciendo.
Max me atrajo hacia su cuerpo por esa maldita tela que no me dejaba
realmente disfrutar al máximo, ya que dolían mis muñecas.
—Cuidado –dije sintiendo como mis piernas perdían fuerza y como Max era
el culpable de eso por los movimientos que estaba haciendo, dejándome en cada
uno sin aliento.
— ¿Crees qué no me di cuenta de lo que hiciste hoy en tu almuerzo? –dijo
entrando más profundo. Mordí mi labio inferior para no comenzar a gemir tan
fuerte, la última vez fue realmente arrebatadora — ¡Responde, Lizzie! –lo único
que hice fue apoyarme en su hombro, me estaba matando, no podía hacer nada más
que sentir lo que estaba provocando en mi cuerpo, si seguía así no me tomaría
mucho tiempo terminar.
—Max —dije quejándome, lo único que podía tener en mi mente era a él,
nada más.
¡Como lo odiaba, maldito manipulador!
Se apoderó de mi mente nuevamente cuando rodeó mi cintura con su mano
libre, lo que ayudó bastante ya que sentía que me iba a desvanecer, pero me
presionó con más fuerza de la necesaria, causando dolor.
—Responde –dijo con un gruñido en mi oído, mientras seguía embistiendo.
—No lo sé –no tenía la menor idea porque había actuado de esa forma en el
almuerzo, pero realmente en este momento no me importaba y creo que eso molestó
a Max ya que me tomó de la cadera y me hizo caer a la cama de nuevo y me
comenzó a penetrar de una forma salvaje, haciendo que la cama se moviera al
ritmo de sus propios movimientos.
Solo bastaron dos segundo más para que sintiera que mi corazón estaba
latiendo por todas partes de mi cuerpo. Aprisioné a Max cuando llegó mi
orgasmo, desencadenando el de él, que me sujetó con más fuerza las caderas. Eso
dejaría marca.
Cerré los ojos apoyada aun en la almohada, Max estaba acabando conmigo.
Me desató y me giró para verlo.
—Esto ni siquiera ha terminado –lo miré sorprendida. Era imposible, él
acababa de tener un orgasmo, no era real que estuviera excitado de nuevo —
¿Crees que me rijo según las reglas de la humanidad? –lo miré asustada, si eso
no era así ¿él podría estar toda una noche teniendo sexo? –Te tocará ser
testigo de eso —acaricié mis muñecas, sobándolas ya que me dolían como si
hubieran estado en un infierno, me quemaban.
—Basta —dije tratando de buscar algo para cubrirme, pero Max me lo
impidió, tomando mis manos con brusquedad. Me quedó mirando muy serio, esquivé
su mirada –No tienes derecho a hacerme sentir mal –presioné mis labios con
fuerza, no iba a sentirme mal y menos iba a comenzar a llorar.
—Solo tu reacción te delata del mal que has hecho –lo miré furiosa. Él no
tenía ningún derecho a decirme algo así.
—Tú haces cosas peores Max, así que no seas un manipulador, mejor vete…
—él tensó su mandíbula, mirándome de nuevo furioso, con sus ojos aun color
rojo, lo que me sorprendió porque recién ahí me di cuenta de que él no me había
mordido.
—Todo es tu culpa –dijo presionando más su agarre en mis manos que ahora
había dejado sobre mi cabeza. Evitando moverme y escapar de él –Ya no me quiero
acostar con Emily desde que dijo que no era correcto y no sé cómo has arruinado
mi suerte en las noches Green ¡todo es tu culpa! –mis ojos se abrieron
sorprendida a lo que decía, no pude evitar sonreír.
—Otra razón para que me dejes libre ¿no crees? Así vuelves a tirarte a
quien desees –su ceño se frunció aun más, pero para mi sorpresa, no dijo nada,
sino que plantó sus labios contra los míos, atrapándolos con toda confianza y
dominación.
No dudé en responderle, sus labios, malditos labios que comenzaban a
llevarme a la misma perdición. Me acerqué más a su boca y Max comenzó a devorar
la mía. Soltó el agarre en mis manos y pude ser libre de hacer lo que quería
con ellas, se fueron automáticamente al cuello de Max para acercarlo más a mí.
Cerré los ojos disfrutando de su sabor, de los movimientos de su lengua
contra la mía, pero me exalté al sentir de nuevo su erección en mi entrada.
Apoyé mis manos en sus hombros y él se separo de mí para fijar su mirada con la
mía, para después entrar de un solo movimiento en mi cuerpo. Causó que un grito
saliera de mis labios, volví a mirar a Max y tenía esa sonrisa malvada,
curvando sus labios.
Moví un poco mi cadera ya que él no se movía, pero Max me detuvo con sus
manos.
—Que te quede claro, que nadie más te podrá tener así…nunca –me sorprendí
por la intensidad de sus palabras, pero no le pude responder nada ya que
nuevamente comenzó a moverse de esa manera que prendía mi cuerpo en un segundo.
—Oh Dios…Max —esto estaba saliendo mal, se estaba escapando aun más de
mis manos.
Se acercó a uno de mis pechos y lo atrapó con su boca, mientras que con
su mano le daba atención al otro. Cada vez mis gemidos iban en aumento, pero era
algo que no podía evitar, Max siempre hacía lo mismo con mi cuerpo y mi mente,
era inevitable.
Comenzó a pasar lentamente sus labios por el comienzo de mis pechos hasta
llegar a mi cuello, él sabía que me quedaba poco y creo que era hora de
convertirme en su nevera, pero me quedó mirando muy serio.
—Es una grave falta de respeto que hables de ser una nevera —dijo para
penetrarme más fuerte, grité al sentirlo más profundo.
—Tú igual…me has llamado así —fruncí el ceño tratando de que no salieran
gritos de mi parte, pero al parecer Max estaba en contra de ello, ya que llevó
su mano directo a mi clítoris y comenzó a acariciarlo, de tal forma que me
empecé a quejar más fuerte de lo usual y solo me bastó un poco más de eso, para
sentir como una ola de fuego recorría todo mi cuerpo y eso fue lo que necesitó
Max para sentir mi cuello.
Comenzó a beber como un poseso y lo estaba haciendo fuerte, igual que la
vez pasada, causándome dolor. Me aferré a sus hombros y grité por estas dos
sensaciones que me abrumaban, dolor y placer, exactamente como era Max.
O_O estoy en estado de shock.
JODER *-* te amo Max...
ResponderEliminarNOAH siento que te odio -.- puto xD
Ahora empieza lo bueno
Uhhuuuuu!!!! Bueno, ahora Lizzie sabe de los ataques de celos de Max, y además de todo, como puede llegar a lastimarla... y por fin aparece Noah!!!!
ResponderEliminarBesos gigantes!!!!
XOXO
Hay creo recordar a noah
ResponderEliminarEspero que en esta ocasión le vaya bien