“Distancia
establecida”
Estábamos a viernes y no podía decir que todo iba mal, en realidad, iba
bastante bien. Max iba perdiendo y yo estaba en la gloria, no había pasado nada
entre nosotros y realmente eso me hacía sentir bastante bien, poderosa, aunque
de todas maneras seguía tomando mi sangre, pero nada más, había sido similar a
la vez anterior, aquella en la que me acorraló en su oficina y se apoderó de mi
cuello.
—Lizzie, despierta de donde quiera que estés –Salí de mis pensamiento al
escuchar la voz de Jennifer — ¿Todo bien con Max?
—Si ¿Por qué preguntas? –fruncí el ceño, mirando ahora a Sophia, que se
hizo la desentendida a la pregunta de nuestra amiga.
—Solo es que han pasado días y no ha venido a acompañarte en el almuerzo,
como estaba comenzando a acostumbrarse.
—Tiene mucho trabajo –dije mientras comía de mi ensalada.
—Hablando del diablo —dijo Sophia. Me volteé de inmediato y noté como
venía caminando con su traje negro hacia nosotras. Fruncí aun más el ceño, hace
días que no venía ¿Por qué ahora?
—Buenas tardes chicas –dijo sentándose como todo un rey a mi lado.
—Buenas tardes, Sr. Blake –dijeron ambas.
— ¿Qué sucede? –él levantó los hombros como si nada cuando le pregunté.
— ¿No puedo desear ver a mi novia? –dijo como si nada. Tragué saliva
nerviosa, no me agradaba este Max, aunque ninguna de sus personalidades lo
hacía, pero me era extraño verlo todo amoroso y simpático, siendo que era un
bastardo en la vida real.
—Lizzie, hoy es viernes –dijo Jennifer. La miré de inmediato al notar su
tono de querer salir de fiesta.
Sonreí, no tenía ánimos de estar con Max más tiempo del que ya estábamos
compartiendo, además que era demasiado incómodo, solo estábamos en silencio
todo el tiempo.
— ¿Tienes algún plan?
—Tenemos –dijo Sophia, la miré sonriendo, ella generalmente pasaba el
tiempo con Damien los viernes –podríamos tener una salida de chicas, nada de
quedarnos solo en un lugar, podríamos salir a bailar ¿no crees?
— ¿Solo a bailar? –miré sorprendida a Max por su pregunta.
—Sí, así nos distraemos —noté como tensó su mandíbula por un segundo,
imperceptible.
— ¿Dónde irás tú esta noche? –dije mirando a Max, él seguía saliendo
todas los días, quien sabe para qué….realmente lo intuía, para acostarse con
cualquier mujerzuela que se meta con él en una noche.
—No sé si salga hoy —dijo mirándome serio.
—Bueno, deberías, así no te quedas solo, amor –dije dándole una sonrisa
fingida –y me dices dónde para que no choquemos en el mismo lugar ¿te parece?
—Me parece espléndido –no creo que sea posible, porque Max está muerto,
pero su rostro me mostraba que si no lo estuviera, tendría una vena
sobresaliendo en su frente, de rabia. Me acerqué bastante a su rostro para
verificar aquello ¿él no tenía latidos en su corazón? Nunca nos habíamos
quedado lo suficientemente cerca antes como para verificar aquello. La piel de
su rostro era muy atrayente, no había notado ese detalle hasta ahora.
—Excelente –dije disminuyendo la distancia entre nosotros y rozando
levemente sus labios a los míos.
—Ya veo —dijo él mirándome con los ojos entrecerrados. Era obvio que
estaba respondiendo a mi pensamiento, esperaba una explicación de mi parte ante
mi acercamiento.
—Muy bien, esta vez será en casa de Sophia –dijo Jennifer –nada de
novios, solo nosotras –asentí de inmediato.
— ¿Por qué no lo hacen en nuestro departamento? –dijo Max.
—Porque queremos que Lizzie salga de ese lugar aunque sea un momento,
solo es trabajo y departamento, todo el tiempo.
—Dormiré afuera –dije sonriendo, bastante emocionada.
Podría dormir de verdad tranquila, nada de pensar en que Max vendría a
colarse en la noche y que en ese transcurso, si estaban mis amigas, podría
dañarlas.
Había terminado la hora de almuerzo y ahora iba sola subiendo el
ascensor. Max como siempre había estado unos minutos con nosotras y luego se
había ido, así que no tenía la menor idea de dónde se encontraba. No me
importaba y menos importancia le iba a dar a lo que hice durante el almuerzo
¿lo había tentado al rozar sus labios?...eso tenía que ser su culpa, él de
seguro me estaba manejando con esos horribles dones que tenía… aunque yo seguía
enojada con él.
Esa había sido completamente yo. Sin embargo no era mi culpa, soy una
simple humana y él pareciera ser un dios del sexo.
—No pienses que saldrás esta noche –me exalté al ver que las puerta del
ascensor ya estaban abiertas y Max me hablaba apoyado en el marco de su puerta.
—No tienes nada que decir sobre esto, ya las chicas saben que saldré.
—Pero les dirás que te arrepientes y listo, no saldrás a hacer quien sabe
qué –lo miré con los ojos bien abiertos, sorprendida. ¿Qué estaba sucediendo
aquí? –Ya lo he dicho y espero que cuando vuelva de alimentarme, estés
durmiendo en tu cama –se giró y entró a su oficina.
Bufé, eso no iba a ocurrir.
Las horas de trabajo se pasaron rápidamente, Max me encargó un montón de cosas,
lo que hizo que todo el resto del día laboral pasara más rápido de lo que deseé.
Se abrieron las puertas de la oficina y salió él, mirándome serio, como
siempre, distante y peligroso, así era Max y realmente, ya me estaba
acostumbrando a tener a esa presencia en mi día, además ya podía controlar un
poco lo que él hacia conmigo, el dato de Teresa había sido importante y solo
tenía que recordar esa imagen de Emily y el juntos para odiarlo aun más.
—Por fin –dije poniéndome de pie. Eran más de las siete de la tarde y las
chicas me habían llamado a las tres para que nos pusiéramos de acuerdo sobre la
salida de esta noche, pero como dije, Max me llenó de trabajo, tanto como para
hacer horas extras.
—Eres una holgazana si te quejas del horario —rodeé los ojos.
Yo no trabajaba aquí porque amara estar bajo las órdenes de vampiros,
sino porque deseaba juntar dinero y largarme de este país, planes que habían
quedado en pausa por culpa de mi actual jefe.
—Lo que tú digas –estaba comenzando a soportar a Max y mi estrategia era
simple, ignorarlo, me estaba resultado de maravilla porque sabía que él se
enojaba aun más.
—Espero que te haya quedado claro lo que te he dicho horas atrás Lizzie
–entré antes que él al ascensor y no le respondí porque no deseaba hablar con
él, además llevaba días sintiéndome muy incómoda por ir en el ascensor con él.
No podía evitar traer a mi mente
ciertas imágenes que sucedieron aquí, pero las opacaba con recuerdos que me
mantenían protegida de él, solo debía evocar a Maximiliano y a Emily.
Ella no venía en las mañana hacía tres días, no entendía el motivo porque
dudaba que Max le haya dicho que no viniera, él era un maldito y moriría de esa
forma, además seguía saliendo en las noches, quien sabe qué hacía en esos club
a los que frecuentaba.
—Te sientes victoriosa ¿no? –Se cerraron las puerta y no le respondí –ten
cuidado Green, mira que solo estás siendo protegida por mi paciencia –como si
fuera su mejor virtud.
—Lo que tú digas –era lo único que él escuchaba de mis labios cuando estábamos
solos.
—Basta con esto –sus ojos iban directo a los míos, estaba enojado. Enarqué
una ceja sorprendida por su reacción.
— ¿Crees qué seremos amigos o algo por el estilo, vampiro? –él frunció
aun más el ceño.
—Estás a punto de cruzar la línea
—no le dije nada porque no iba a caer en su juego, pero esta vez parece
que hablaba en serio porque en un segundo me vi acorralada por él contra la
pared de metal —No eres más que una hipócrita —sentí su frio aliento contra mi
rostro.
—Aliméntate rápido –dije “indiferente” pero era inútil mantener esa
actitud, ya que mi corazón me delataba, estaba latiendo desbocado, muerta de
miedo.
—Recuerda que te dije que no es solo tu sangre la que me llama –dijo llevando
una mano hacia mi pierna, metiéndose bajo mi falda. Su suave mano por mi piel
hacia que mi cabeza se desconectara un poco.
—Y recuerda lo que yo te dije –detuve su mano mirándolo directo a los
ojos –no soy una más de tus chicas…merezco que me respetes. Seré tu nevera,
pero no voy a permitir que te andes revolcando con quien quieras para después pasar
la noche conmigo como si te perteneciera.
—Eres mía, Green, recuérdalo siempre –se acercó más a mí, no movía su
mano pero sus labios estaban a milímetros de los míos.
Cerré mis ojos y me concentré, maldito sea lo que tienen sus labios que
me encantaban, pero yo estaba hablando en serio. Recordé a Emily y a él juntos,
en el sofá de su oficina. Fue lo necesario para que diera un paso hacia atrás.
—Menos mal que no has visto lo que hago en la noches. No te sientas especial,
niña –“niña” no era la primera vez que me llamaba así –porque hay cientos de
mujeres que están más que dispuestas a pasar un buen rato conmigo.
—Bien –dije caminando por su lado –así no te mueres por tener las bolas
azules –ni siquiera me giré para ver su expresión, jamás pensé en decirle algo
como eso a él o a cualquier persona.
Me apresuré para entrar al auto donde Thomas nos esperaba, pero ni por si
acaso me fui atrás como siempre, abrí la puerta de adelante y me senté, dejando
a un Thomas bastante sorprendido.
—Srta. Lizzie —dijo Thomas mirándome. Rodeé los ojos.
—Ni se te ocurra –escuché la voz de Max, quien abrió la puerta e hizo que
saliera del auto, tomándome con fuerza del brazo y metiéndome atrás, junto con
él –ese es tu lugar y te advierto que solo bastará que me desafíes una vez y te
tendré que castigar, Teresa te debió explicar eso también ¿no crees? –tragué
saliva al escuchar “castigar”
—No soy tu esclava —él sonrió de esa forma malvada que tenía, que lo
hacía aun así verse sexy, estúpido vampiro.
—No lo eres, pero si eres mía y no me debes faltar el respeto delante de
los empleados –menos mal que Thomas recién estaba entrando al auto y no escuchó
nada, se hubiera sentido mal.
—Eres un mandón –dije enojada.
—Sí, ya deberías haberte dado cuenta y te aclaró ahora mismo que tu
jueguito se acabará esta misma noche, cuando vuelva, todo volverá a la
normalidad –vio a Thomas que sacó la mirada de espejo retrovisor y se dedicó a
conducir.
Que Max diga que todo vuelve a la normalidad, quería decir que no podría
dormir tan tranquila como lo hacía las noches anteriores. Para mi pesar, eso
revolvió mi estómago y no era específicamente de miedo.
—Quiero que llames a Sophia Stone ahora mismo y le digas que cancelas la
cita con ella –fruncí el ceño. Él no podía exigirme eso.
—No lo haré.
— ¿Qué parte de las amenazas no has entendido, Green? Que no haya tenido
sexo contigo estos días y que solo me esté alimentando de ti no significa que
esta todo color de rosa, todo sigue como siempre y no me estás obedeciendo
–miré de reojo a Thomas porque Max estaba hablando todo esto delante de él.
—No quiero, puedo salir, tú lo haces, ni siquiera me voy a escapar, es
una noche fuera.
—Ya he dicho, llámala ahora mismo, ¿sabes qué es muy fácil que alguien
muera en un accidente automovilístico? No creo que quieras que a Sophia se le
rompan los frenos de su auto, ni tampoco que Jennifer quede atrapada sin poder
escapar del fuego en su propia casa, y menos que Nathalie y Robin se le vaya el
negocio abajo ¿serías una buena amiga por eso? –lo quedé mirando asustada.
—No hagas esto, por favor –estaba siendo patética, pero de verdad
necesitaba salir de ese piso por lo menos un día. Deseaba creer que mi vida era
normal.
—Ya lo he dicho, toma el puto celular y llámala –me miró de tal forma que
supe que hablaba en serio.
No lo podía creer, las veces anteriores donde me amenazaba él jamás había
sido tan específico, pero tenía todo planeado para acabar con mis amigos.
—Está bien –marqué el número, no le tomó nada a Sophia contestarme.
— ¿A qué hora vienes? Creo que deberías estar aquí como a las nueve para
poder estar entre chicas, viene Nathalie, por fin a dejado de lado ese club un
tiempo, te extraña –miré a Max y él solo estaba esperando que le obedeciera.
—Sophia…yo no iré –dije finalmente.
Me sentía de doce años, cuando las amigas hacían planes y mi padre no me
dejaba ir a último momento.
—Extrañamente esto no me sorprende –dijo triste –creo que debe ser muy
bueno en la cama como para dejar a tus amigas de lado por pasar más tiempo con
él –me puse roja de inmediato.
—No digas eso.
—Está bien Lizzie, no te preocupes, que pases una noche genial, nos vemos
el lunes.
—Nos vemos –dije finalmente. Sabía que ella se había enojado conmigo, no
era justo — ¿Feliz? –miré a Max y él solo levantó los hombros quitándole
importancia –No tienes derecho, era solo para estar con mis amigas, exactamente
como en la hora del almuerzo Max —de verdad que quería salir de ahí para distraerme,
el encierro me está comiendo, me está agotando.
—No cometo los mismos errores dos veces –miró hacia la ventana, con una
expresión seria y manipuladora.
No habló nada más en el camino.
Llegamos al piso y él se fue directo a su habitación como lo hacía todos
los días, donde después de quince minutos salía con otra vestimenta para
nuevamente irse del departamento. Estos días me quedaba viendo televisión, no
conversaba con nadie, ni siquiera con Tara porque estaba ocupada haciendo Dios
sabe que mandado de Max, pero hoy él por lo visto tenía otros planes.
Llegó a la sala con unos pantalones blancos de tela, ajustados con un
cinturón negro, una camisa color almendra con líneas verticales. Se veía guapo,
había que admitirlo.
— ¿Por qué sigues con tu ropa de trabajo? Si fuiste con Thomas a comprar
ropa fue exactamente para no tener que ver esto –dijo mirándome.
—No tengo súper velocidad como tú para cambiarme tan rápido y además, yo,
a diferencia tuya, no me ando acostando en las oficinas con mis compañeros de
trabajo en vez de estar trabajando. Estoy cansada –me acomodé mejor en el sofá.
Apoyando mis piernas en el respaldo y mi cabeza en un cojín que había traído de
la sala donde yo dormía. Sintonicé un canal y aproveché para ver los Simpson
que recién comenzaban.
—Tienes veinticuatro años…y estás viendo caricaturas Lizzie.
— ¿Ahora controlarás lo que veo? –Dije mirándolo, él encontró mis ojos y
se quedó mirándome más de la cuenta, lo que provocó que me pusiera nerviosa –ve
a tirarte a alguien –realmente ese tema de Max sacaba lo peor de mi
vocabulario, desde que él había aparecido en mi vida, mi vocabulario era muy
vulgar.
—Estas siendo una mujer con muy poca clase, no me agrada –negué y lo miré
incrédula.
—Esperas que sea tu puta personal y ¿que tenga clase contigo? Ni en tus
sueños.
—De seguro hay prostitutas más finas que tu boca.
—Entonces ve a entretenerte con ellas y a mi déjame tranquila –esa frase
la dije de una forma extraña, ya que el tono de mi voz fue disminuyendo de a
poco hasta apenas convertirse en un susurro.
—Excelente consejo —dio unos pasos para largarse de aquí –recuerda Lizzie,
yo no juego, no te atrevas a salir porque si no la pagan tus amigas, la pagarás
tú –no le puse atención y me concentré en ver como Bart Simpson prendía fuego a
su padre.
Miré la hora y eran las ocho y media de la noche, quedé pensando en todo
lo que sucedía, de seguro las chicas pronto llegarían a donde Sophia, esto era
tan injusto. Dejaba que Max me tuviera aquí, que me llevara a una fiesta donde
me marcó, que me llevara a donde estaban sus más cercanos, iba de aquí al
trabajo todo el tiempo. Merecía tener un poco de libertad ¡de verdad la
merecía!
Me senté en el sofá y asentí segura, Max dijo que me podría castigar y me
importaba ya un comino lo que podía hacer conmigo, me preocupaban mis amigos,
pero ya Max no podría arruinar aun más mi vida.
Me puse de pie segura y me fui a la habitación. Me metí a la ducha y
comencé a alistarme para salir, de esta sí que no me salvaba, pero no me importaba, iba correr el riesgo,
además, si llegaba más temprano que él, ni siquiera se iba a enterar y eso era
alrededor de las tres de la mañana, iba a salir invicta de esta, estaba segura.
¡Noche de chicas, ahí voy!
ojajoaojajoajoajoajoajoajoa habia olvidado como era leer esta historia xD en fin, pobre Lizzie. Gracias por los comentarios chicas :D
Creo que Lizzie no se va a salir con la suya.... Aunque espero que disfrute la noche de chicas, después de todo, debe valer la pena el castigo que le tengan preparado, verdad???
ResponderEliminarBesos gigantes linda!!!!
XOXO
Sospecho que algo va salir... tremendamente mal...
ResponderEliminarEsa Lizzie le gusta la mala vida xD
Saludos!