“Descompensada”
Ethan caminaba
junto a Dana, por un oscuro callejón, dirigiéndose hacia donde Adam le había
indicado que eran los ataques hacia los demonios que elegían un nuevo camino.
No tenía ni un ánimo de seguir los planes de la Luz, ni tampoco de luchar.
Sus deseos
estaban concentrados en no dejar escapar a Dana y sin duda alguna evitar que
usará sus poderosas habilidades. No eran más que un obstáculo para llegar hasta
ella. Siempre que se dejaba llevar por sus capacidades, una parte de ella se
iba perdiendo. Esa información se la había entregado Eric, hacia bastante
tiempo atrás.
— ¿Solo
vamos a investigar? —pregunto él, mirando de soslayo al ángel negro.
Al vampiro
le preocupaba que ella no hubiese ido en busca de su antigua Daga, aquella que
usaba cuando era un Ángel Custodio. Le había dicho que no era necesario tenerla
tan pronto, que con sus habilidades, no habría problema.
—Si tienes
miedo, puedo ir sola —respondió ella, metiendo sus manos en los bolsillos de su
pantalón.
Iba vestida
de forma casual, con unos jeans azules y una blusa blanca que dejaba
descubierta su espalda y bazos. Las Marcas que había en sus extremidades se veían
con claridad. No dejaba de llamar la atención por donde fuera, ya que para los
ojos humanos, aquellas Marcas no eran más que tatuajes. Era imposible que no
llamara la atención, con aquella belleza única… además estaba el hecho de que lucía
como una veinteañera y su pelo era por completo blanco.
Hasta el
vampiro se desconcentraba, se dejaba llevar por lo maravillosa que le parecía.
—Me
insultas —dijo él, mirando con mala cara a dos hombres que no le quitaban los
ojos de encima a Dana.
—Bueno, no
te culparía… me pregunto qué pensarías si vieras este mundo como realmente es.
Ethan dejo
de preocuparse por los dos humanos y puso más atención en las palabras de Dana.
— ¿A qué te
refieres?
—Demonios
por todas partes, Ethan, a eso me refiero.
Siguió
caminando, un poco más rápido, para alejarse de él. Ethan supo de inmediato que
ella no deseaba seguir hablando del tema.
—Bueno, eso
irá disminuyendo ¿no? Por algo está la Era de la Redención, de esa forma la Luz
podrá superar en números a los Demonios… los podrá derrotar.
Dana sonrió
sin que él lo notara.
—Como tú
digas, vampiro.
Ethan frunció
el ceño. No le gustaba ni un poco cuando Dana usaba ese tono de superioridad,
como si ella supiera todos los secretos del mundo y él aun creyera en la magia
de la Navidad.
Apresuró su
paso para poder alcanzarla, aun le quedaban varias cuadras que recorrer para
llegar a su objetivo.
—Hablas
como si supieras algo que yo no —dijo, admitiendo lo que era lógico. Él no
creía en unicornios, pero sin duda, Dana era una fuente de conocimiento
ilimitado.
—Tú no
tienes idea de nada, esa es la realidad.
—Explícate
¿no crees que la Era de la Redención funcione?
Dana miró
hacia la oscuridad que absorbía el cielo. Nada de estrellas esta noche.
—Ethan,
cuando comprendas que nada se define como blanco o negro, te darás cuenta que
nunca habrá un equipo ganador.
—Si creyeras
en tus palabras, Gabriel seguiría en tu vida ¿no es así?
—No estoy
hablando de Gabriel, ese es un tema personal —dijo ella, confundiendo a Ethan —lo
que quiero decir es que aunque la Luz consiguiera su objetivo y lograra bajar
el número de demonios en el ejercito de Lucifer, no puede interferir en la vida
de los humanos, quienes tienen su propio regimiento de demonios.
Ethan
volvió a fruncir el ceño, lucia incluso unos años más joven con esa mirada
perdida.
— ¿Los
humanos?
—Solo te daré
un ejemplo para que cómpredas —dijo ella sin mirarlo.
Le costaba
seguir el hilo de sus ideas cuando se concentraba en el vampiro que iba a su
lado, el cual la había besado tan intensamente
dentro de otras actividades, hace solo unas horas atrás.
—Tu
existencia era bastante miserable, aunque trataras de llevar una vida normal.
Cuando eras un humano, te estaban consumiendo tus propios demonios… aquellos
que ni tanto la Luz o la Oscuridad pueden destruir o potenciar. Si yo no
hubiese intervenido directamente como lo hice, habrías terminado de una u otra
forma, en las manos de Lucifer.
Ethan se quedó
pensando en aquella posibilidad. No era algo difícil de creer, ya que si
hubiese seguido por sí solo, Lucifer podría haberlo tenido en sus manos, sin
ninguna protección o conocimiento de lo que pasaba.
—Lucifer te
quería por tu capacidad de ver almas, no deseaba que pudieras guiarlas ya que
de esa forma sus demonios, los poderosos, podían alimentarse de ellas, logrando
hacerse más fuerte. Habría logrado alejarte de tu verdadera misión por
completo, usándote como un farol en un mar de muertos. Te quería porque
llamabas a las Almas Perdidas, así era fácil absorberlas.
El vampiro
comenzó a caminar más lento, pensativo. Era cierto que aun seguía viendo las
Almas Perdidas, aunque no se dedicaba todo el día a ayudarlas. Sin embargo, si
hubiese seguido el camino que llevaba, jamás habría ayudado siquiera a una…
incluso, ni siquiera estaba seguro de haber seguido con vida muchos años, ya
que las pastillas que estaba tomando no estaban haciendo efecto como en el
pasado. Aquel mundo desconocido lo habría absorbido, conjuntamente con sus
ansias de vivir.
—Tenías
serios problemas antes que yo llegara a tu vida… y no era por culpa de Lucifer
o sus demonios, ya que no había ninguno cerca de ti. Solo ocurrió un hecho en
tu vida que provocó una cadena de hechos, que te llevaron a hacer tan
individualista.
A Ethan no
le estaba gustando ni un poco hacia donde iba la conversación.
—Gabriel
mató a tu padre para acabar con toda la luz que estaba comenzando a crecer en
ti. Lo hizo por razones diferentes, pero logró el objetivo que Lucifer deseaba.
Por poco quedas a la deriva.
—Bien —dijo
Ethan, deseando acabar con el tema de su pasado — ¿Eso quiere decir que los
demonios que cada persona tiene son suficientes para favorecer a la Oscuridad?
Ella se giró
hacia él, sin detener su caminata. Sus reflejos eran suficientemente buenos
como para caminar de esa forma y no tropezar.
—Con ellos
no se favorece a nadie, solo logran que los humanos vayan decayendo por si
solos, logrando que el mundo se vuelva en un caos —ella sonrió, de tal forma
que Ethan dudó de si aquella idea le desagradaba a Dana, parecía muy
entretenida —está en la naturaleza humana, Ethan. La Luz, solo quiere evitar la
inminente destrucción, mientras que la Oscuridad desea aprovecharse de las
circunstancias, jugando muy sucio.
—Pero eso
no tiene sentido —dijo Ethan, luchando por la humanidad —para eso están los Ángeles
Custodios ¿no? Para guiar a los humanos.
—Oh a veces
te comportas de manera tan ingenua. Ser un Ángel Custodio, es solo el primer
pilar de una estratificación de ángeles, que se creen los superhéroes del
Universo y solo desean ser Serafines ¿crees que todo esto se limita al planeta
Tierra? Solo has visto la punta de iceberg.
Ethan se
detuvo, incapaz de comprender la envergadura de las palabras que decía Dana.
—Alto, no puedes
decir eso y esperar que siga mi día normalmente ¿crees de verdad que la Tierra caerá
en su propia destrucción? ¿Ya está escrito?
Dana puso
los ojos blancos y suspiró.
—No
entiendes nada, te acabo de decir que nada es blanco o negro. Nadie sabe lo que
pasará con la humanidad, por ahora están cavando su propia tumba con sus
guerras y destrucción ¿crees que en el pasado, la Oscuridad trajo las pestes y
todas aquellas muertes? Debes saber muy bien que eso no fue así, todo fue hecho
bajo la mano del hombre… la Oscuridad solo potenció algunas acciones y se
aprovechó de ello, mientras que la Luz, estaba con sus manos atadas por no
poder interferir en la vida de los humanos, solo son guías… muy efectivos en
algunas ocasiones ¿crees que a Alexander Fleming se le ocurrió por si solo la
creación de la penicilina? Nunca lo habría logrado si lo no hubiesen guiado.
Ambos se
habían detenido bajo un farol que alumbraba cada dos segundos, estaba
defectuoso. Se miraban sin decir nada, cada uno pensando en sus conclusiones.
— ¿Cómo
sabes todo eso? —preguntó él, sorprendido.
—No tienes
idea de quién soy Ethan y proclamas amarme —dijo ella sonriendo —He sido parte
de la Luz y de la Oscuridad, nací como algo parecido a un Nephilim, ahora soy
un Ángel Negro y Caído, único en su especie, mi padre es Lucifer… y no tienes
idea de quien es mi madre. No sabes nada, vampiro.
—Sé que no
deseas ser parte de la Luz o la Oscuridad, que deseas que nadie te moleste… y
que aunque digas que no te atraigo, cada vez que te beso cierras tus ojos, lo
que es bastante para alguien que no confía en su propia sombra.
Dana lo
quedo mirando unos segundos, dejando que aquellas palabras suavizaran el
momento. Se había dejado llevar y la conversación se había vuelto demasiado
profunda para unos oídos vírgenes como los de Ethan. Además el vampiro estaba
en lo correcto y le agradaba escuchar de su boca, lo que pasaba por su propia
mente.
—Esta noche
eliminaremos unos demonios, espero que sepas manejar bien esa espada.
Ethan
estaba vestido con ropa oscura, exactamente como Lilia le había enseñado en sus
salidas nocturnas. Su arma estaba en su espalda, aquella que le había regalado
el padre de la Nephilim.
—No tengo
idea del por qué te dieron esa espada, Ethan, pero es muy poderosa y debes
saber usarla.
—Tú no
llevas nada —dijo él, preocupado.
—No es
necesario.
—No quiero
que te dejes llevar hacia la Oscuridad ¿deseas eso? Si es así, no me preocuparé,
pero de todas formas, debes ser cuidadosa.
Dana
sonrió. Jamás en el pasado había tenido un compañero para recorrer las calles.
Antes había luchado con Arial y Lilia, pero no era lo mismo ya que sus
habilidades estaban dormidas. Cuando era una Nephilim siempre salía de noche,
sola, mientras Gabriel dormía. Él jamás le preguntaba hacia donde se dirigía y
si lo hacía, no insistía en saber más cuando ella se limitaba a decirle que no
debía meterse en sus asuntos.
—No te
preocupes por trivialidades, vampiro —dijo ella, aun sin dejar de sonreír.
—Me gusta
cuando me llamas de esa forma y sonríes —respondió, caminando hacia Dana.
—No te
desconcentres, sigamos con nuestro camino.
Volvieron a
retomar el paso, dirigiéndose hacia las Centro de Redención.
—Me
pregunto si esto es obra de Lucifer —dijo Dana, dirigiendo su dorada mirada
hacia el cielo sin estrellas.
— ¿No es
algo obvio? —preguntó Ethan, creyendo que el único interesado en eliminar
demonios traidores, era el mismo padre de ellos.
—Sí, pero
hay algo que no me cuadra. Debes saber que Lucifer tiene dominio completo de
quienes le entregaron sus almas o de los seres nacidos Demonios ¿Por qué habría
de eliminarlos cuando la Ceremonia se llevara a cabo si puede percibir la
traición en su mundo, el Infierno?
Ethan no
dudo en responder.
—Porque
tiene un gran ego ¿no? ¿Qué mejor que refregarle en la cara a Dios que su plan
no está funcionando?
Dana miro
curiosa a Ethan por llamar al jefe de la Luz “Dios”, no muchos lo llamaban así.
—Tienes
razón en ese punto, aunque ambos tienen un ego tan grande que no caben en el
mismo planeta. Aun así, no puedo dejar de lado la sensación de que estamos
pasando algo por alto ¿hay registro de muertes en otros lugares? ¿De quienes ya
fueron perdonados? Adam dijo que la Luz no podía ver a los asesinos.
Ethan frunció
el ceño, pensativo.
—Pero eso
no tendría sentido —dijo el vampiro —Adam también dijo que otros le informaron
que hubo un ataque por parte de los demonios de Lucifer en el Centro de
Redención que hay en la ciudad, es por eso que vamos hacia allá ¿no?
Dana
asintió.
—Recuerda
mis palabras cuando digo que aquí hay algo más.
—De todas
formas, aún estoy sorprendido de que hayas aceptado esta petición ¿Por qué
ahora deseas ayudar a la Luz?
Dana frunció
el ceño.
—No estoy
apoyando a la Luz, solo no quiero que maten a Demonios que eligieron algo
diferente a lo que se les fue impuesto al nacer. Además no quiero que todo el
sacrificio y sufrimiento que hemos vivido, no sirva para nada.
No miró al
vampiro al decir aquello.
—Ahora
podemos recuperar el tiempo perdido ¿no crees? —pregunto Ethan sonriendo.
—No sigas
con eso, debemos mantenernos atentos.
Ethan no la
escucho, se acercó más a ella y la rodeó con sus brazos, le era imposible no
tocarla teniéndola tan cerca. La hizo girar para quedar frente a frente.
—Eres
demasiado irresponsable como para tenerte de compañero —dijo ella, apoyando sus
manos en los brazos del vampiro, sin empujarlo.
—No te
queda nadie a quien elegir, soy yo… o yo —Ethan presiono otro poco para
acercarla hasta su cuerpo.
—Eres
demasiado confiado ¿sabes? —Dana sonrió, sin dejar de mirar los ojos verdes del
vampiro.
Él se acercó
otros centímetros, jugando con ella. Solo deseaba ver sus reacciones.
— ¿No te
has dado cuenta que todo por aquí es demasiado silencioso? ¿Qué hemos caminado
por la calle sin que un auto se cruce?
Ethan la
quedo mirando sorprendido. Ella tenía toda la razón.
—No ves ni
la mitad de lo que ocurre en este mundo, vampiro —dijo ella sonriendo y dejando
que él notara como sus ojos se volvían negros —si no cuidas tu espalda, acabarás
muerto cuando te deje solo y todo mi trabajo será por nada.
Él iba a
protestar, pero al sentir los suaves labios de Dana contra los suyos, se quedó
en silencio. El beso solo duro unos segundos, era una forma cruel de hacerle
probar el sabor de ella y luego dejarlo con las ganas de degustarla.
Cuando
Ethan abrió los ojos, vio como Dana tenía sus alas extendidas, tan negras y
poderosas que no dejarían jamás de sorprenderlo.
—Ahora ve
con mis ojos —dijo ella posando su mano en el pecho de Ethan, colándose por la
camiseta negra que llevaba y apoyando su extremidad directamente en la piel del
vampiro.
Los ojos
verdes del vampiro desaparecieron, ahora un carmesí los atrapaba, exactamente
el color que los dominaba cuando tenía sed o se dejaba llevar por sus instintos
vampíricos. Cuando dejo de enfocar su mirada en Dana y levantó la vista, supo a
que se refería ella.
Había seres
indescriptiblemente horribles por todas partes, arrastrándose, aferrándose a
las ventanas de los edificios, a las puertas, en busca de sus dueños… los
mismos humanos que residían en sus hogares. Por otro lado, estaban aquellos
demonios procedentes del Infierno, moviéndose con cuidado entre las sombras,
amorfos, sin dar a conocer sus asquerosos rostros. Sin embargo, más arriba
habían cientos de puntos de luz, como si la noche se hubiese iluminado de
estrellas… ángeles, todos aquellos seres que se preocupaban porque sus humanos
siguieran el camino correcto.
Cuando Dana
separó su mano del pecho de Ethan, todos desaparecieron y quedaron solos en una
calle desierta, oscura.
—No vuelvas
a hacer eso, por favor —dijo él, sintiendo que no deseaba seguir en un mundo
lleno de monstruos, aunque él fuera uno.
—Está bien.
Dana no
pudo dejarse llevar por el momento y acariciar el rostro de Ethan. Ni siquiera
pudo dejar que las palabras que iba a decir Ethan salieran de su boca, ya en aquella
peligrosa calle, habían comenzado a llegar invitados.
De un solo
movimiento ambos se separaron y miraron a su alrededor. Había cerca de veinte
vampiros observándolos en aquella oscura y desierta calle.
— ¿Qué
significa esto? —preguntó Dana, dejando que sus alas negras maravillaran a
aquellos vampiros que jamás habían visto a un ser como ella.
Uno de
ellos dio un paso hacia adelante. Era un ser de cabello rubio, largo y de ojos
verdes, su piel era tan blanca como la de Ethan, iba vestido de forma casual,
con jeans y camiseta. Dana supo de inmediato que era alguien fuerte y antiguo.
—Mi nombre
es Isaías —dijo el vampiro —y se nos ha informado que ese de ahí —apuntó a
Ethan —no es más que un vampiro traidor que está trabajando para los ángeles.
Cuando Dana
miró a Ethan se dio cuenta que este ya tenía su espada en la mano, la había desvainado con una rapidez que no
dejo de sorprender al ángel caído.
—Nos han
enviado a acabar con él, tú no estás involucrada en ello, hija de Lucifer.
Ethan
observo a todos los vampiros que los rodeaban. Se encontraban a más de diez
metros, pero era una distancia suficiente para poder observar ciertos detalles,
como los rostros y si iban o no armados. Sabía muy bien que no sería una pelea
fácil.
—Interesante
—dijo Dana sonriendo, cruzándose de brazos, sin preocuparse por la cantidad de
seres que deseaban muerto a Ethan — ¿Quién los ha enviado, si se puede saber?
—El Rey de
los vampiros —respondió el vampiro rubio, Isaías, quien estaba sirviendo como
portavoz de aquel grupo.
—A ese
demonio lo mate yo misma, así que no puedo creer en tus palabras con tanta
facilidad —respondió ella, mirando a Isaías.
—Lo
sabemos, pero un nuevo rey ha sido proclamado.
—Puedo
imaginar de quien se trata, pero ¿ese nombramiento fue hecho por mi padre? —preguntó
ella, solo para obtener más información.
—Efectivamente,
hija de Lucifer, el nuevo Rey es el vampiro Gabriel.
—Oh ya veo —dijo
ella, sonriendo.
— ¿Y qué
pruebas hay de la acusación que se me adjudica? —pregunto Ethan, tan tranquilo
como Dana —porque yo solo me he comportado como uno más de ustedes.
—Hay
pruebas de tu relación con los ángeles, sobre cómo has estado ayudándolos en
sus planes para acabar con nosotros —respondió Isaías.
— ¿Y no
tengo derecho a un juicio?
—No,
Gabriel ha indicado específicamente que acabemos contigo.
Ethan
sonrió y negó a las palabras de Isaías.
—Oh… estás
muy equivocado, los han enviado aquí solo para evaluar mis habilidades —dijo
con cierto tono de arrogancia que Dana no había escuchado jamás.
La ángel
caído, se giró para observar a Ethan, estaba sorprendida por la dureza de su
mirada y la inexpresión en su rostro. El dulce vampiro que la estaba abrazando
minutos atrás, había desaparecido.
—Y les
recomiendo que se retiren, antes que me hagan enojar y acabe con todos ustedes —dijo
Ethan.
—O mejor
dicho —continúo Dana —antes que yo acabe con todos en menos de tres segundos.
Esta calle ya está en precarias condiciones, no quiero dejarla aun peor, serian
daños públicos y pago mis impuestos como para mantener la ciudad limpia y
ordenada.
Isaías miro
a uno de sus compañeros, con el ceño fruncido. Segundo después asintió para que
todos comenzaran a atacar a Ethan.
Cuando Dana
noto que todos se comenzaban a mover, levanto ambas manos para acabar con ellos
de una vez, pero no pudo llevar a cabo sus deseos. Una especie de caja de metal
la rodeó de tal forma que no supo qué demonios estaba pasando a su alrededor.
Sus movimientos estaban limitados y aunque empujara esa pared de hierro, le era
imposible deshacerse de ella. Solo tenía la opción de escuchar lo que sucedía a
su alrededor.
Ethan había
logrado manejar con bastante habilidad su gran espada, es por eso que no le costó
que esta tomara una nueva forma y se transformara en una cárcel para Dana. La
había rodeado con su espada, como si su arma se hubiera ensanchado y rodeado a
su ángel solo para protegerla. Ahora él estaba de pie sobre dicha caja de
hierro, sosteniendo dos pistolas de gran calibre, cargadas con balas de plata.
—Sé muy
bien lo que desea Lucifer y Gabriel —dijo ante la mirada atónita de los
vampiros.
Todos se
habían quedado estáticos ante la maniobra de Ethan.
—Y no
dejaré que jueguen con Dana… o conmigo.
Antes que
cualquiera pudiera decir una palabra, Ethan comenzó a disparar y fue tan rápido
que eliminó a ocho vampiros con una rapidez que ninguno de los seres que se
encontraba ahí había visto en toda su existencia.
Saltó de la
caja de hierro y se dirigió hacia el primer vampiro que vio… le disparó en el
pecho, atravesando el inerte corazón, convirtiéndolo en cenizas. Luego tuvo que
comenzar a lugar con los otros que se le vinieron encima.
—Hace mucho
que no tenía nada de acción —dijo Ethan sonriendo, dejando que sus colmillos se
extendieran mientras sacaba los cuchillos de luna creciente, hechos de plata y
compradas en el Mercado Negro de Thomas Santderic.
Estaban
modificadas específicamente para que un vampiro pueda herir a los de su propia
especie, de esa forma al tomarlas, Ethan no se hería.
—Ha sido
una pésima noche para atacarme —dijo Ethan al traspasar la garganta de un
vampiro y luego estampar la punta en el pecho de este, logrando que se
convirtiera en cenizas, dejando solo un rastro de polvo en el asfalto.
Se inclinó
para escapar de un golpe, mientras que giraba en aquella posición para luego
atacar las piernas de aquellos que lo rodeaban. Como lo habían rodeado, no le
fue difícil deshacer de ellos, cortando en sus extremidades inferiores, para
luego girar y cortar sus gargantas.
Varios de
los vampiros se quedaron alejados, observando absortos las habilidades de Ethan
al ver como sus compañeros caían ante los movimientos infernales de su
objetivo.
—Muy bien —dijo
Ethan, apuntando a la garganta del vampiro Isaías, presionó un poco para que
aquella oscura sangre saliera de su cuerpo —es mejor que hablemos con claridad
¿no lo crees?
Isaías
levantó sus manos a modo de rendición.
—No tengo ningún
problema en matarlos a todos, pero creo que no es necesario ¿seguirán
atacándome? —todos negaron como respuesta —excelente, porque no estoy a favor
de matar a quienes considero mis hermanos ¿no es así?
—Nos
dijeron que estabas involucrado con la Era de la Redención, que ayudas a los
ángeles para que los demonios se unan a la Luz —trató de explicar Isaías —pero además,
fue una orden de Gabriel.
—Bueno,
podemos decir que entre Gabriel y yo hay conflictos de intereses —dijo mirando
hacia donde tenía encerrada a Dana, quien no había dejado de gritar mil
improperios por haber quedado atrapada de esa forma —Les recomiendo a todos que
desaparezcan de aquí antes que ella se libere de donde esta… es la hija de
Lucifer, Princesa de todos los Infiernos. Ustedes me pueden decir quién es más
peligroso ¿no? ¿Gabriel o la hija de Lucifer?
—Entiendo —dijo
de inmediato Isaías, comprendiendo que no había posibilidad de vida si Dana
lograba escapar de donde estaba —solo fue una orden que debíamos cumplir.
—Sin
rencores —dijo Ethan sonriendo de manera escalofriante, tanto que varios
vampiros dieron un paso hacia atrás —dejemos esto como una anécdota ¿no crees?
—Claro que sí,
no hay problema, nosotros nos vamos de aquí.
—
¡Perfecto! —Dijo Ethan, bajando las manos, sin borrar esa sonrisa —y díganle a
Gabriel que tendrá que venir por mí personalmente.
Tres
segundos después, la calle estaba desierta.
Con paso
lento y mientras pensaba en una buena excusa, Ethan se dirigió hacia la caja de
hierro y se subió a esta. Apoyó su mano en la empuñadura negra, todo el hierro
se volvió color negro y la caja se fue deshaciendo para finalmente formar la
gran espada de ónix que pertenecía a Ethan.
— ¡Tu! —le
gritó Dana, dando un paso hacia él, que estaba mirándola de pie sobre su propia
espada.
Ethan tenía
un excelente equilibrio y solo debía apoyar un pie sobre la empuñadura y
mantenerse en esa posición. Quedaba en una posición de altura suficiente como
para sorprender a Dana por aquella maniobra.
— ¡Eres un
traidor! —Dana iba a seguir hablando, pero al verse solo acompañada por Ethan,
se dio cuenta que algo raro estaba pasando — ¿Dónde se han ido los demás?
Estaban tan
solos como en un comienzo.
— ¿Quién
vino a ayudarte?
—Me tienes
muy poca fe, hija de Lucifer —dijo él sonriendo de forma amable. De un salto
pisó el asfalto, para poder quedar más cerca de Dana —yo los eliminé, no a
todos claramente, pero los demás accedieron a retirarse.
—Imposible,
tu no… no tienes esas habilidades.
—Oh amor,
no me subestimes como lo hizo Gabriel en un pasado.
Su creador
lo había mandado a las Puertas del Infierno a entrenar y hacerse más fuerte de
lo que jamás podría haber imaginado, era un lugar sin tiempo ni espacio, pero
al parecer Gabriel había creído que Ethan no sería capaz de aprender demasiado
y lo subestimó. Ahora se había vuelto en alguien imparable, aunque seguía
siendo débil ante los ojos de Dana, ya que ella era demasiado poderosa.
Lo que a él
le tomó minutos de lucha, a ella le habría tomado solo unos segundos. Pero ese
poder que ella tenía dentro de sí misma, se llevaba parte de su eterna alma
cuando lo utilizaba. Y eso era algo que Ethan no deseaba para ella.
— ¿Pero
quién te has creído, Ethan? No puedes, simplemente no puedes hacer esto ¿elegir
mis batallas? ¿Qué estas tratando de hacer?
Ethan la
miró sorprendido, no esperaba otro tipo de reacción en ella, pero le llamaron
la atención las palabras que estaba usando Dana.
—Por lo que
tengo entendido, tu nombre es Dana… no Ethan, además Isaías dejó en claro que
no querían involucrarse con la Hija de Lucifer.
— ¡No
juegues conmigo! —dijo ella furiosa.
— ¿Jugar?
Claro que no.
— ¿Crees
que soy estúpida? Me estas manipulando, para que no use mis habilidades.
Ethan suspiró,
cansado de tener esta discusión.
—Mira, no tenías
que involucrarte en esto ¿Por qué querrías luchar y usar tus súper poderes? ¿Para
perjudicar tu alma? No creo que eso sea lo más adecuado.
— ¿Ves? —dijo
ella, apuntándolo, como si acabara de encontrar la prueba perfecta para sus
acusaciones —no tienes derecho a decidir por mí, te estas comportando como
todos los demás.
—Oh ya veo
¿quieres que te perjudique? ¿Eso quieres de mí?
Dana le dio
la espalda, sintiendo toda su furia contenida en su cuerpo. Se cubrió el rostro
con ambas manos, tratando de encontrar algo de tranquilidad. Odiaba a Ethan por
lo que le había hecho, pero si le hacia ese estilo de preguntas, la dejaba
acorralada. Era obvio que no deseaba ser perjudicada.
—Dana…
—No digas
una sola palabra, déjame sola por unos minutos —dijo ella, caminando y
alejándose de él —pero quien se ha creído —susurró, como si él no pudiera
escucharla —idiota, mil veces idiota.
—Soy un
vampiro, te puedo escuchar —dijo Ethan, varios metros atrás.
— ¡Cállate!
Ella avanzó
otros metros, deseando poder alejarse definitivamente del vampiro. Sentía todo
su poder fermentando en sus venas, deseoso por poder salir y eliminar un par de
vidas. Tuvo que respirar profundo varias veces en los minutos que tuvo para sí
misma, era la única forma de mantenerse en calma. Sus manos ardían por acabar
con alguien, por dejar que todo en ella fluyera como lo hacía en el pasado.
—Mierda —susurro,
descompensada. Deseaba acabar con algo.
Tener un
gran poder como el de Dana, obtenido de las peores formas, conllevaba un gran
riesgo. Estaba en su naturaleza elegir el camino de la Oscuridad, ahora solo
deseaba acabar con algo, sea lo que fuera, no importaba si era demonio o ángel.
—Estás
sudando —dijo Ethan ante ella, preocupado.
— ¡Te dije
que me dejaras sola! —gritó ella como respuesta.
El vampiro
se sorprendió al ver los ojos negros de Dana; cada segundo que pasaba parecían
ser más intensos que antes.
—Eh, lo
siento, no pensé que te fueras a sentir mal.
Ethan
levantó su mano para tocar la frente de Dana, pero quedó a milímetros de su
piel ya que ella tomo con fuerza la muñeca de él, presionando cada vez más.
—Tus ojos —dijo
él sorprendido, apenas sintiendo dolor en el agarre de ella —tu esclerótica se está
volviendo negra, Dana ¿Qué está pasando?
Ella
respiraba agitadamente. Hacía años que no pasaba por un episodio como este,
donde todo en ella estaba ardiendo por la adrenalina que corría en sus venas.
Deseaba luchar, deseaba acabar con alguien.
— ¡Te dije
que me dejaras sola, vampiro! —rugió molesta.
—Ey, te
estas comportando como hulk, tranquila —dijo Ethan, soltándose del agarre de
Dana —dime que está sucediendo contigo.
—No
entiendes ¡no entiendes nada! —dijo respirando de forma agitada, tratando de
pensar en cómo explicarle su situación a Ethan —es como si… estuviera a un
segundo de sentir un orgasmo y me dejaras estancada, tan cerca de sentirlo,
pero sin poder experimentarlo ¡Es frustrante! Estaba lista para luchar ¿ahora qué
hago con todo esto? ¡Eres un idiota!
—Tus ojos están
por completo de color negro —susurró él, tomando las manos de Dana. Esta vez
ella no lo alejó.
—Claro,
todo en mi esta alterado.
—Vamos,
solo debes tranquilizarte ¿podrías esconder tus alas para empezar?
Ella lo
miro con odio, pero no estaba equivocado. Hizo lo que le pidió y pudo sentir
como sus revoluciones bajaban un poquito.
—Ahora,
mírame señorita desquiciada —ella lo miro —amor, vamos, debes tranquilizarte.
Prometo no volver a hacer algo como esto de nuevo, pero no puedes excitarte
tanto ante la posibilidad de luchar.
Dana iba a
decir algo, pero su boca quedo entreabierta. No encontraba las palabras
adecuadas.
—Tus ojos
negros, son realmente raros, pero me encantan.
Él levantó
una mano para acariciar la mejilla de ella, con suavidad. Era impresionante para
Dana que esas manos se pudieran mover de esa forma, cuando minutos atrás habían
acabado con varias existencias. Sin embargo, la caricia hizo que Dana se desconcentrara
de sus propios instintos asesinos.
—Eres un
mentiroso, luzco como un verdadero demonio —dijo ella, sintiéndose mal consigo
misma. Por su incapacidad para controlarse.
—Un demonio
muy sensual —dijo sonriendo — ¿Qué hacías en el pasado para tranquilizarte?
—Matar
muchos demonios y ángeles.
—Bueno, eso
no es una opción en este momento.
Dana iba a
decir su otra forma para calmarse, pero no quería terminar teniendo sexo con
Ethan en un sucio callejón.
—Concentrémonos
en algo diferente, como… ¿Qué película te gustaría ver mañana? ¿Ah?
—No voy a
ir a ninguna parte contigo —dijo ella un poco más tranquila.
—Sí, lo harás.
Dime ¿algo de acción, romance? Por lo que te he hecho pasar esta noche,
comprare todas las palomitas que desees ¿está bien?
Ella sonrió
y negó a sus palabras.
—Me tratas
como si fuera una niña.
—A veces te
comportas como tal —llevo su mano hasta el cuello de ella y con sus dedos
comenzó a acariciar aquella zona tan delicada de Dana y tan atractiva para él —respira
profundo, eso te sirve, tus pulmones aun están vivos, no como los míos.
Ella hizo
lo que le pidió. Cerró sus ojos y respiro profundamente mientras sentía los
dedos de Ethan en la nuca, acariciando y transportándola a otro lugar. Su
corazón comenzó a tranquilizarse, ya no golpeaba su pecho.
—Mmm —gimió
ella bajito, sintiendo como ahora Ethan se aprovechaba de su estado para
acariciar su cadera con la otra mano —bien, creo que estoy mejor.
Cuando
abrió sus ojos, Ethan se encontró con el dorado que lo atraía siempre. Había
logrado que ella se tranquilizara.
Dana miro
sorprendida al vampiro, lo tenía muy cerca y a pesar que siempre tenerlo de esa
forma la descolocaba, ahora estaba catatónica por lo que Ethan había logrado en
ella. Jamás, en el pasado, alguien podía haberla calmado como lo había hecho su
vampiro. No era un mérito menor lo que acaba de hacer… bueno, además estaba el
hecho de que antes, nadie había tratado de tranquilizarla en un momento como
este.
El ángel
negro no pudo evitar pensar en Gabriel. Él jamás había logrado ayudarla en ese
sentido, siempre debía desaparecer de su lado para poder entretenerse
eliminando a otros seres, luego volvía a sus brazos como nueva, pero con sus
manos manchadas de sangre. Él jamás supo manejarla de aquella forma,
demostrándole toda la paciencia del mundo y ayudándola a salir de un estado que
podía acabar con varios seres del Inframundo, si es que estaba en un mal día.
—Eres un
idiota, no lo vuelvas a hacer ¿entendiste? —dijo ella, sin apartar a Ethan.
—Como tú
órdenes, pero no te lances a la lucha como si no hubiera nadie más. Para eso
estoy yo, úsame, no hay problema.
Ambos se
quedaron mirando de forma melosa mientras otro par de ojos se enfocaba en dicha
escena.
Gabriel
observaba con atención como Ethan había logrado que ella se calmara, no estaba
en sus planes que pudiera lograrlo, ni siquiera estaba considerado el hecho que
él pudiera atrapar a Dana de esa forma. Sin duda había subestimado demasiado a
su aprendiz. Sin embargo, no dejaba de mirarlos, notando la capacidad que tenía
Ethan sobre Dana. Él jamás pudo hacer algo parecido en el pasado… aunque ahora
que lo recordaba, tampoco lo había intentado. Siempre miraba hacia un lado
cuando Dana tenía aquellos deseos de sangre desbordantes, que lo sorprendían y
aterrorizaban a la vez.
El nuevo
Rey de los vampiros cerró sus ojos y dejó que las llamas lo transportaran a
otro lugar.
Ethan miró
hacia la azotea de uno de los edificios que había hacia su derecha. No dudó por
un segundo de quien era el espectador que los estaba vigilando.
—Gabriel
ahora se ha vuelto más poderoso —dijo Ethan —siendo el rey de los vampiros.
—Es una
suerte que yo sea amiga de unos de sus enemigos, que resulta también ser un
rey.
Ethan la
miro confundido.
— ¿De quién
se trata?
— ¿De quién
más? El Rey de los Licántropos —dijo ella tranquilamente, sin alejarse de
Ethan, que la tenía tomada de las manos.
—Aquí no
hay licántropos —dijo un tanto inseguro Ethan.
—Eres un
vampiro bebé, debes saber que los licántropos no están ante los ojos de los
vampiros… no muchos saben de su existencia o paradero en esta ciudad, todos
coinciden que viven cerca de los lugares donde hay montañas. Son seres de la
Oscuridad como los vampiros, pero a diferencia de ustedes, no se alimentan de
humanos… y en su mayoría no tienen relación alguna con Lucifer.
—Entonces
pueden estar optando por el camino de la Luz.
—No lo
creo, aunque todo es posible.
— ¿Y por
qué deseas conversar con el rey de los licántropos? —Pregunto un tanto curioso
Ethan —no creo que se vaya a enfrentar a Gabriel para ayudarte.
—No, pero
debes saber que los licántropos tienen las mejores armas para acabar con los
vampiros.
Ethan la
quedo mirando, nada contento con irse a meter en la boca del lobo. Si las cosas
se complicaban, él sería el primero en caer.
aaaaaaaaah debo ser castigada. Que Lucifer venga de su reino y me lleve con el para ser su eterna reina jajajajja... uuff pero que ingrata. no he subido hace mil, he tenido este capitulo hace mas de un mes, pero no habia podido editarlo. Ya esta, ahora comence mi internado y las cosas se complican :s veremos que resulta de todo esto :p gracias por su paciencia y por sus comentarios ;)
Gracias Dani por darnos este cap y mas cuando estas muy ocupada con tu residencia se te agradece enormemente ... Entrando ya en el cap me ha gustado mucho veo que Dana realmente no quiere estar sin Ethan eso esta mas que obvio xq si ella quisiera bien puede tenerlo alejado de ella .. pero pues lo ama aunque ella misma se lo niegue pero no se hasta que punto eso sea bueno o sea malo tanto para Dana como para Ethan aveces da entender Ethan que esta muy seguro de Dana y de lo que siente ella por el e igual no debe estar equivocado pero no todo puede ser como parece Dana en cualquier momento puede cambiar ella no es cualquier ser y que eso no se le olvide a Ethan aveces parece que se le olvida por momentos .. No me gusto lo que le hizo a Dana se que la quiere proteger pero no debe decidir por ella ella sabe bien lo que hace y lo que no debe hacer y no debe interferir asi Ethan es lo que pienso... nos hemos dado cuenta de que tiene muchas habilidades y que bueno Dana ya pude dejar de pensar de una manera diferente el, se pude defender solo sin que ella este a su lado todo el tiempo .. por otro lado Gabriel ya se ha dado cuenta y ya sabrá que hará de ahora en adelante creo yo ... pero si creo que Dana baja mucho la guardia cuando esta con Ethan y eso puede traer consecuencias mas adelante...
ResponderEliminarHolaaaa Dani!!!
ResponderEliminarJummmm este vampiro cada vez me enamora más, me gusta que Dana caiga poco a poco sin darse cuenta. A veces ese ángel me pone de malas por lo testaruda q es pero me digo "calma aquí esta su Ethan para ubicarla"
Quiero saber que esta planeando Gabriel, cuando un hombre ya no tiene nada que perder...
Ethan todo super matón, a mi mente vino la imagen de Alucard del anime hellsing (muy bueno por cierto), creo q él nos va a dar una gran sorpresa y es más fuerte de lo que todas pensamos.
Muchas gracias por el capitulo Mariposa y no te preocupes el deber es primero y lo importante es q le eches ganas a la carrera.
Un beso y nos seguimos leyendo!!!!
Hola el capitulo estuvo muy bueno me gusto mucho lo que esta pasando gracias por subir el capitulo estuvo muy genial gracias dani :-)
ResponderEliminarHola Dani! Ahora que empezaron las clases (llora intensamente) que mejor que leer esto ����
ResponderEliminarMe encantó el capítulo y ver la faceta protectora y tierna de Ethan. Cada vez me conquista más ese vampiro jajaja
Muchas graciaaas por el capítulo!
Wow gracias Dani
ResponderEliminarMe.encanroble capítulo, aunk me mortifica k Dana siga comparando a uno con el otro hasta ahora la balanza es a favor de ethan un vampiro muy sobre protector pero e encanta k Danna vea cuan poderoso es, y me encantó más la espada wow impresionante
Y ahora vas a meter hombres lobo me encabtan
Espero no tardes mucho
Hola nena no me he pasado por aqui extraño a mis angeles y demonios. Nos seguimos leyendo
ResponderEliminarHola nena no me he pasado por aqui extraño a mis angeles y demonios. Nos seguimos leyendo
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